↳ Capítulo 2.

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Oí perfectamente el chasquido de los labios de Jennie contra alguna parte de la cara de Rosé mientras yo intentaba tragar el pedazo de oblea que se me había atorado en la garganta, sintiendo cómo me raspaba.

Intenté tragarla y luego tosí cuando lo logré, medio asfixiada aún. Jennie apareció de pronto a mi lado, mientras la puerta de la entrada estaba ya cerrada.

—Jisoo, ¿estás bien?— me preguntó, pero la tos seca que salía de mi garganta me impedía hablar. —Te daré un poco de agua, espera— corrió hacía la llave y tomó un vaso, llenándolo rápidamente con el líquido que salía del grifo.

Se acercó a mí y me extendió el vaso, yo tomé del agua, esperando que aquel ardor en la garganta desapareciera y la tos se fuera también.

—¿Mejor?— inquirió.

—Sí— dejé el vaso sobre la encimera de la cocina. —Gracias.

—Eso te pasa por atragantarte de comida, bestia— bromeó.

Reí ante el apodo que desde hace años llevábamos diciéndonos.

—Bueno, eso me pasa porque me hiciste venir desde el otro continente sin comer— refuté, riendo.

Jennie se sentó a mi lado y me arrebató la galleta para terminar de comerla.

—¡Oye!

—Hay pizza en el refrigerador, creo que eso podría llenarte más que una galleta— dijo.

—Tengo más sueño que hambre, así que mejor mañana me llevas a desayunar— sonreí. —Oye, Jen...—, vacilé y me dediqué a juguetear con los dedos de mi mano. —Rosé es... ¿tu novia?

—Y lo que más amo— afirmó.

—¿Y por qué no me lo había contado, señorita?— me hice la indignada.

—Porque... llevo un mes saliendo con ella.

—¿Un mes? ¡Nuestra última llamada fue ayer!— le recalqué.

Ella se encogió de hombros en su lugar.

—Bueno, bueno, quería darte la sorpresa.

—Pues, lo lograste. Pensé que después de lo de Hoyeon tú ya no...— me quedé a la mitad de la frase, pero ella me entendió.

—Sí, yo también lo pensé. Si no, no hubiera huido del país como cobardemente lo hice -sonrió. —Pero conocí a Rosé y... la amo.

—¿De verdad? Hace un mes que salen, qué tanto la puedes conocer— musité.

—Lo suficiente. Chu—, me miró seria, —pensé que estarías contenta por mí.

—¡Lo estoy!— y lo estaba de verdad, pero algo se removía dentro de mí, algo que me hacía estar confundida. Ese tipo de confusión cuando no te explicas, el porqué las cosas avanzan tan rápido y cambian de un día para otro. —Estoy feliz de que hayas seguido adelante con tu vida, me pones el ejemplo— admití.

—¿Qué quieres decir con que te pongo el ejemplo? ¿Sigues enamorada de Jung Haein?— saltó hacía atrás mirándome con los ojos como platos.

—¡Para nada! Eso ya pasó, a lo que me refiero es que, no te quedas estancada en un pasado; como yo con el accidente de mis padres.

—Oh, Jisoo, eso fue hace ya tres años, ahora eres una fotógrafa profesional de veintitrés y tienes mucho que sacar de esa vida que llevas— me pasó el brazo por los hombros. —Pero ahora no hablemos de temas tristes, mejor dime, ¿has conocido a alguien especial?

Sonreí ante su curiosidad y su enorme sonrisa indagante. Pero a la mente se me vino el nombre de Park Roseanne, como una oleada del viento, rápida y fugaz.

Manual de lo prohibido | ChaesooWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu