↳ Capítulo 35.

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Miró a Rosé y le sonrió, no como lo hacía antes, pero si se notaba sincera.

—Jennie—, dijo ella y se inclinó para abrazarla. Un abrazo rápido e incómodo para Jennie, según pude notarlo en su rostro. —¿Vamos a algún restaurante? Yo invito, como bienvenida. ¿Qué dicen?—, ofreció Rosé.

—Suena bien—, admitió Lisa. —¿Me acompañas por las maletas?—, le preguntó, pero la conocía lo suficiente como para darme cuenta de que lo hacía para dejarme a solas con Jennie.

Estuve a punto de ir tras ellas cuando la voz de Rosé me detuvo.

—Espérennos aquí, no tardamos, ¿está bien?—, me guiñó un ojo y siguió a su hermana entre el tumulto de gente.

Me mordí el labio inferior con nerviosismo y giré sobre mis talones para ver a Jennie, su mirada seguía baja hasta el momento en que notó que la miré, fue entonces que poco a poco comenzó a alzarla.

—Dime, ¿has visto a Irene o Seulgi?— pregunté, como para entablar conversación, haciéndome recordar irónicamente cómo antes no había huecos de silencio en nuestras pláticas.

—Oh, sí, Irene te envía saludos, bueno, Irene y Seulgi, las dos—. Sonrió.

—Oh... genial—, fue todo lo que pude articular.

Bajé la mirada y me dediqué a golpetear nerviosamente el suelo con la suela de mi zapato, mientras las manos en los bolsillos de mi chaqueta se removían ansiosas entre el pequeño espacio.

—Escucha...—, la firme voz de Jennie me hizo levantar la mirada rápidamente, —sé... sé que nuestra relación se... se quebró al último—, estaba nerviosa, igual o un poco más que yo. —Y, tuviste razón, creo que fue falta de comunicación o algo así—, hizo un mohín. —Sólo...—, exhaló, —sólo quiero decirte que no te guardo rencores y que...—, me miró. —Espero no me los guardes a mí. Reaccioné bastante mal y dije palabras que no debí haberte dicho. Supongo que también le debo una disculpa a Rosé por eso— dijo como para sí misma. —El punto es, que quizá no volvamos a ser las... mejores amigas que éramos antes, pero... al menos no seamos enemigas. Yo, la verdad te... estimo mucho—. Se encogió de hombros.

La miré y exhalé el aire retenido en mis pulmones, era increíble que aún adivinara mis pensamientos.

—Gracias, Jen—, dije. —Gracias por, bueno, por no odiarme—, ella rió y movió la cabeza. —Discúlpame por... todo. Yo...

—Jisoo—, me interrumpió. —No tienes que darme explicaciones ahora, digo, el tiempo ya pasó, y bueno, yo estoy con Lisa—. Me sonrió.

—Hablando de eso, en serio me alegra que estén juntas. Lisa es genial y te ama demasiado.

—Sí, lo sé, me lo ha demostrado, y a decir verdad, estoy feliz.

Aquella confesión me hizo respirar en paz.

—Tú más que nadie merece ser feliz, Jennie— dije.

—Tú también. Yo espero que...

—¡Listo, niñas!— dijo Lisa a mi espalda, interrumpiendo a Jennie. —Vayamos a comer.

Lisa le extendió la mano Jennie y ella la tomó, luego caminaron juntas hasta la salida. Detrás íbamos Rosé y yo, ella cargaba las maletas de Jennie con una mano y con la otra me tomaba de la cintura. Me miró y yo hice lo mismo, luego me sonrió.

—¿Todo bien?— susurró y su aliento cálido me hizo bailotear algunos de los mechones azabaches que caían despeinados.

Asentí y le devolví la sonrisa.

—Lisa me contó que va muy bien con Jennie y que espera que ella sea la mujer de su vida—, se acercó a mi oído al susurrarlo y la piel se me erizó por completo.

Me alejé un poco para mirarla.

—Me alegra que estén felices. Lo merecen—, musité.

—Por supuesto, cariño.

Al salir, la luz del mediodía nos alumbró. Lisa ya se encontraba subiendo sus maletas al taxi, Rosé corrió en su ayuda y subió también las que ella venía cargando. Me quedé de pie a unos metros.

Rosé y Lisa reían haciendo bromas y ese tipo de cosas entre hermanas, mientras que Jennie miraba a una de ellas como jamás había mirado a alguien. Podía ver en sus ojos que realmente estaba enamorada y de la forma más sincera y profunda que jamás haya visto.

Lisa le devolvió la mirada, le sonrió, y ella, al notarse en el reflejo de sus ojos, una chispa le iluminó el rostro.

Entonces, ¿qué se volvía ahora todo el sufrimiento anterior? No había nada en el mundo capaz de separarme de la mujer que yo amaba, ni fuerza sobrenatural que separara a Lisa de Jennie.

Es que así era como debía de estar el mundo, así era como debió de ser desde un principio, pero, si no hubiéramos sufrido, jamás podríamos haber llegado hasta donde estábamos ahora.

No traía mi cámara, pero fue como si tomara una fotografía en mi mente de aquella escena del mundo correcto, revelándola donde iba a permanecer guardada por siempre.

En mi corazón.

En mi corazón

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Final.

Manual de lo prohibido | ChaesooTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang