↳ Capítulo 31.

Začít od začátku
                                    

Ver mi nombre bajo el título y al lado de la fotografía era para mí como una llamada de auxilio para que Rosé la pudiera ver. Algo que esperaba que la trajera hasta mí al reconocer aquel nombre, del cual anhelaba no se hubiera olvidado tan pronto.

No esperaba que me tendiera los brazos y me abrigara en ellos, sólo quería verla de nuevo, tenerla frente a mí era el deseo más ferviente de mi corazón, y aunque me odiara con toda su alma, le explicaría que la amaba y el porqué le había mentido, pero sólo si ella atendía a mi llamado.

—Es espectacular, ¿no crees?— el eco de la voz de Eunwoo resonó en el salón vacío, trayéndome al presente.

—¿Cómo dices?—, pregunté haciendo demasiado evidente mi falta de atención.

—El lugar, es grandioso— dijo fingiendo no darse cuenta. —Ya me imagino todo, ¡no puedo esperar a que llegue el martes!

Miré a mi alrededor, curiosa por las palabras de Eunwoo, aunque la mayoría de las veces resultaba ser un exagerado, esta vez tenía razón. Era un salón grande, con piso de mármol en color negro, las paredes blancas se expandían extensas dándole un espacio realmente grande y luminosidad al lugar.

Aquel era el sitio perfecto que Jang había conseguido para que se llevara a cabo mi exposición y aunque quedaba casi fuera de la ciudad, al norte de Seúl, Eunwoo se había ofrecido en llevarme y traerme las veces que fuera necesario.

Él siguió andando por las habitaciones del lugar, mientras que otras de las palabras que él había dicho, captaron mi atención. Faltaba casi menos de una semana para que se llevara a cabo la exposición y el mes se había pasado lento a pesar de todo, o mejor dicho, lento para mí, ya que cada día la agonía de desconocer el resultado de mi atrevimiento me arrastraba en una incertidumbre desconocida que me obligaba a ignorar el paso de las horas en el reloj.

Cuando terminamos de ver el lugar, Eunwoo me llevó a casa y me hizo prometer que no pensaría en otra cosa más que en la exposición fotográfica. Y aunque traté de hacerlo, me resultó completamente imposible, Rosé se había convertido en mi pensamiento constante y además, la razón de mi exposición, ¿cómo no iba a pensar en ella? Eso, ni aunque me borraran la memoria.

Por la tarde charlé con Irene y le conté las buenas nuevas, evitando por supuesto, el plan debajo de ellas. Además ella me lo ponía bastante fácil, ya que procuraba no hablar de Rosé tampoco. Me contó sobre lo bien que iba su relación con Seulgi y que ella me mandaba saludos, luego algunas cosas triviales que ocuparon el lugar de la conversación.

Yo debía de mantener la farsa, hacerle creer a las personas a mi alrededor que esto no era para mí más que el placer del trabajo bien recompensado y no una esperanza a mi locura.

Yo debía de mantener la farsa, hacerle creer a las personas a mi alrededor que esto no era para mí más que el placer del trabajo bien recompensado y no una esperanza a mi locura

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El martes llegó con prontitud, a pesar de mi desvarío por el tiempo. Veía cómo acomodaban las fotografías en la pared, tratando de encontrar la manera de que se vieran elegantes y perfectas, pero para mí ya lo eran.

Manual de lo prohibido | ChaesooKde žijí příběhy. Začni objevovat