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—¡Karma!

Su cuerpo se movió de inmediato tras escuchar la voz de la femenina. Condujo hacia ella su lancha motora para sacarla del agua.

—Menuda caída—comentó dándole la mano—. ¿Estás bien?

—Un pequeño planchazo—jadeó—. ¡Y mucho frío!

—Ya irás a cambiarte—acarició su cabeza, ahora más tranquilo al ver que ella se encontraba bien—. Primero hay que comprobar que el plan haya salido como esperábamos.

Karma condujo hasta la zona del muelle, donde se concentraban mis compañeros y Terasaka sostenía una especie de bola de cristal con la cara de Koro-sensei en su interior.
Mi compañero trataba de romperlo con una llave inglesa sin éxito alguno y ganándose las burlas de nuestro profesor. Ahora era invencible.

Miré a Karma. Tras haber escuchado lo que estaba sucediendo bajó, caminando por el muelle en dirección a Terasaka.

—Claro. Sin puntos débiles no podemos hacer nada—hizo una seña rápida a Terasaka para que le lanzara al pulpo, sacando su móvil en cuanto lo atrapó en el aire con una mano.

Un agudo y desgarrador grito del pulpo me hizo sobresaltar, sintiendo curiosidad por lo que mi amigo estaría mostrándole en pantalla.

—¡Para! ¡No me puedo tapar la cara con las manos!

—Perdona, perdona—rió—. Mejor te pongo esta babosa de mar—dijo, cumpliendo sus palabras y provocando otro chillido desesperado de Koro-sensei—. Que alguien busque un viejo que dé grima y se lo metemos en los calzoncillos.

—¡No! ¡Socorro!—cruzó miradas conmigo.

Antes de poder dar una respuesta ante su petición, Karasuma llegó a escena para tomar a Koro-sensei en una bolsa de plástico, afirmando que se encargaría de él. Sin embargo, nuestro profesor volvió a elogiar sus nuevas capacidades gracias a su nueva forma y, antes de ser llevado por Karasuma, también nos elogió a nosotros.

No sirvió de nada. Todo el mundo se veía de un humor pésimo.

—Sí que tardáis en arreglaros—comentó divertido en cuanto me vio salir de la habitación con ropa seca.

—No tenías por qué esperarme, ¿sabes?—bufé con fastidio.

—Un buen caballero siempre espera a su dama—dijo tomándome la mano y besando mis nudillos.

—Sir Karma, lo condeno al destierro por profanar mi delicada piel de porcelana.

—Oh, mi bella dama—se separó cuidadosamente, dejando su mano sosteniendo la mía—. He roto el código de honor de los caballeros. Aunque, según el código de honor...

Me estremecí al sentir las manos de Karma sobre mi cintura y su aliento golpeando mi oreja. Este tipo de situaciones parecían estar comenzando a suponer un juego subido de tono.

—...puedo hacer lo que me plazca contigo en estos instantes—susurró cerca de mi cuello.

Me quedé paralizada por unos segundos sin saber cómo reaccionar o qué responder ante aquella aparente insinuación. Pero conseguí salir de mi trance al recordar que él siempre buscaba la manera de molestarme.

—Has roto los diálogos—empujé su pecho—. ¡En esos tiempos no se decía "contigo"! Además, ¿qué clase de código de honor es ese?

—Eres un caso—rodó sus ojos—. Vamos a ver cómo están los demás.

—Se les veía bastante decaídos—dije preocupada caminando al lado de Karma—. Además... Creo que podría haber hecho algo más que conducir...—me interrumpió.

NUESTRA PEQUEÑA REALIDAD || KARMA AKABANE X LECTORATahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon