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—Oye, teñido de mierda—sorbí la pajita de mi zumo—. A tí te gusta Okuda, ¿verdad?

—Te voy a dar una paliza—apretó los dientes ante mi apodo cariñoso—. ¿Por qué iba a gustarme? Aunque he de admitir que el hecho de que pueda fabricar todo tipo de cloroformos...

—Interesado—le señalé con acusación—. ¿Te gusta por eso?

—Que no me gusta—bufó—. A penas la conozco. ¿Por qué lo preguntas?—acercó su rostro al mío—. Oh, ya veo.

Entré en pánico al sentir la mano de Karma sujetando mi cabeza por detrás, dificultando mis posibilidades de escapar de aquella situación.

—¿Estás celosa?

—¡No me toques!—dije alterada—. ¿Por qué demonios me he quedado aquí, contigo?

Karma se apartó, apoyando sus codos en el escalón a su espalda y la misma sobre este.

—Porque sabes perfectamente que la clase E solo va a esa asamblea para ser la burla de todos—afirmó con seriedad.

—Tienes razón—suspiré tomando el brick vacío entre mis manos—. Realmente no es justo.

—La vida no es justa, querida—me miró de reojo—. Tenlo en cuenta.

—Menuda mierda—me eché hacia atrás, recostando mi cabeza en uno de los escalones para girarme hacia Karma—. ¿Tú tampoco vas por eso?

—No—giró su cabeza hacia mí—. No tengo que darte explicaciones.

—Ala—me incorporé rápidamente—. Te has puesto a la defensiva—me levanté.

—¿Te has enfadado?—me preguntó al ver cómo me alejaba.

—Solo voy a tirar el brick—informé a lo lejos—. A ver si se te bajan esos humos.

Necesitaba un respiro, y pensé que Karma no quería compañía. Por eso comencé a pasear por el patio del antiguo campus.

—Mira qué desastre. Pobrecitas—toqué el césped desgastado—. Este sitio está lleno de malas hierbas.

—Tienes razón. Tal vez debería remodelarse.

Me giré a gran velocidad al escuchar esa voz similar a la de una persona con la nariz congestionada.

—He podido observar—dobló sus tentáculos para quedar de rodillas frente a mí—que te interesas mucho por la naturaleza.

—¿Usted no debería estar en la asamblea como el resto de profesores?—evadí, dándome la vuelta a las hierbas marchitas.

—No escondas una parte tan bonita de tí—amplió su sonrisa—. Mostrar afecto a los demás: personas, plantas, animales, criaturas capaces de destruir la Tierra...

Le miré algo desconcertada.

—No es signo de debilidad.

Dejé escapar un suspiro lleno de frustración, dándole, accidentalmente, la razón en todo lo que acababa de decir. Cada vez que me mostraba tal y como era, una parte de mí me echaba atrás, queriendo evadir cómo soy en realidad por el miedo a salir lastimada.

Comencé a recordar la cantidad de acoso que sufrí durante estos años.

—No lo es—me levanté del suelo—. Pero así es como quiero que sea. Nadie de esta clase me molesta. ¿Quién me asegura que seguirá siendo así después de mostrarme como soy?—sentí mis ojos húmedos.

—Yo te lo puedo asegurar.

Miré su cara, esa cara amarilla y redonda con esa sonrisa tan grande y esos ojos diminutos.

—Gracias por preocuparse—comencé a alejarme—. Pero no pierda el tiempo conmigo, por favor.

Un par de lágrimas se escaparon de mis ojos, y entonces, no pude controlar las siguientes. No era capaz de controlar mi llanto, porque ya estaba cansada.

Entré al aula, buscando mi sitio con la visita borrosa. Me senté con cuidado en la silla y apoyé mis brazos en la mesa para esconder mi cara entre ellos.

—Dejar de fingir...—murmuré—. ¿Ellos sí me aceptarían?

Cerré mis ojos.

No recordaba por cuánto tiempo me había echado una cabezadita. No debió haber sido mucho, ya que no escuchaba a nadie todavía en el aula, pero sí me encontré con un individuo a mi lado.

Me sobresalté al enfocar mi vista en Karma, quien tocaba mi mejilla con su dedo.
Supe de inmediato lo que hacía. Giré mi cabeza para evitar sus ojos y sequé mis lágrimas rápidamente .

—¿Qué haces aquí?

—Vamos a la misma clase—dijo con obviedad, acomodándose en su silla—. ¿Qué hacías tú aquí? Se suponía que solo ibas a tirar el brick de zumo.

—Yo...—hablé sin mirarle—. Me distraje.

—¿Un mal sueño?—preguntó, sereno, apoyándose en su mesa.

—Algo así—tiré de mis mangas, nerviosa.

—No respondiste mi pregunta—me miró con la mejilla apoyada sobre su palma—. ¿Por qué crees que me gusta Okuda?

No era el momento para charlas amistosas, pero parecía que Karma quería cambiar de tema y crear un ambiente más agradable, así que le seguí.

—No sé—me encogí de hombros—. Parecías interesado cuando le dio los venenos a Koro-sensei. Además—dejé caer mi cabeza sobre la mesa—quería chisme. Pero no me lo has dado, así que jódete.

—Bueno—le escuché reír—. Ya que no he conseguido satisfacerte, ¿qué hay de tí? ¿Hay algo sobre tí con lo que pueda hacer de las mías?

—Vaya—giré mi cabeza para mirarlo—. Eso no me lo esperaba—entrecerré mis ojos—. Sí, me gusta alguien.

Sonreí, parecía haber captado toda su atención.

—Te escucho, infiel.

—Me gusta desde segundo—suspiré—. Obviamente nunca se ha fijado en mí. O tal vez sí—dije esperanzada—. Pero, aunque hubiera sido el caso, ya he perdido toda oportunidad posible—afirmé resignada—. Después de haber entrado en la clase E...

—¿Puedo saber el nombre del desafortunado?—preguntó con burla.

—No—le miré mal—. No tengo que darte explicaciones.

—Touché.

—¿Por qué estoy hablando de esto contigo?—me di en la cabeza con la mesa—. Es ridículo.

—Tal vez sea el único amigo que tienes.

—No—negué—. ¿Ahora te autodenominas mi amigo?

—Compartimos momentos de batido y zumo—dijo con drama.

Sonreí. No sabía si ese pelirrojo de mierda decía eso en serio, pero era bonito pensar que sí, así que me quedé con aquel agradable sentimiento.

—Espero compartir más de esos momentos—sonreí—. Podríamos hacerlo ahora mismo. Ve y tráeme un zumito, anda.

—Eres de lo que no hay—rodó sus ojos con diversión.

—Yo sé que soy esencial en tu vida—piqué su hombro—. Vamos, admítelo.

—El día que tú admitas que yo soy el que manda en la relación—tomó mi muñeca para acercarme a él.

—¡Deja el tema de una vez!—forcejeé.

—Sí que eres esencial—rió—. ¿Con quién me entretendría tanto si no?

NUESTRA PEQUEÑA REALIDAD || KARMA AKABANE X LECTORAOnde histórias criam vida. Descubra agora