Epílogo

584 56 79
                                    

Tres años después

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Tres años después...

El pelo negro azabache se pegaba empapado a la piel sudorosa de Constantino mientras subía y bajaba de la barra, sus bíceps ardían por el esfuerzo de haberse mantenido así por más de una hora, pero el dolor opacaba otras cosas.

—Te vas a lastimar chico. —advirtió Andrei.

Constantino dejó la barra respirando agitado y lo miró. Sin necesidad de expresarse, casi nunca lo hacía a no ser para dar una orden, le dijo a Andrei que se fuera al infierno con la mirada.

Tomó su toalla y salió del gimnasio. Había pegado un estirón bastante notable, a sus catorce años debido al entrenamiento ya se le notaban varios músculos, había adquirido varias heridas a lo largo de los años, pero ninguna tan fea y cruel como la que reposaba sobre su costilla izquierda, un parcho de piel amorfa de tono rosáceo.

Era un recuerdo de la noche más dolorosa de su vida y no debido al cuchillo hirviendo que había dejado la marca, aún tenía pesadillas sobre aquella noche, su jirafa siendo maltratada hasta el cansancio, la forma en la que se acurrucó en su pecho irregular, la respiración cansada que expulsaba sin fuerza hasta el último aliento que oyó antes de caer inconsciente.

Dolía no tenerla, no oír sus burlas, ni sus comentarios fuera de lugar, dolía ver la casa vacía y que cada rincón susurraba por ella. Todo dolía, incluso ver a su padre vivir como un robot. Si era que aquello se le podía llamar vivir. Solo salía del modo Boss cuando estaba a solas con él y se comportaba como el padre que siempre había querido y necesitaba. Aunque podía decir con certeza que el brillo había dejado aquellos ojos verdes. Nadie tenía que decirle que aquel estado era por ella.

Nadie tenía que decirles a los Calaveras que siempre se sentirían incompletos, ya lo sabían y habían echo las paces con ello, a su manera.

Katrina cada vez parecía más frustrada y se dedicaba a hacerle la vida un yogurt, podía manejar sus insultos y comentarios que solo tenían el objetivo de sacar una reacción negativa de él para sacarlo de en medio, no le daría un motivo para ello. Sabía perfectamente que la culpable de que su porta retrato hubiese desaparecido había sido ella. Sin embrago, como esposa del boss era intocable.

Tal vez no podía estrangularla pero podía tocarle las pelotas de otras maneras. Llenó la casa con cada maldita foto que tenía de Gianna y los empleados tenían la orden de si una faltaba, remplazarla. En esta casa su voz se alzaba por encima de ella y eso que le fuese quedando claro.

El teléfono vibró con un mensaje y su ánimo se agrió de mala manera.

Mocosa: Ya recogí todo, el vuelo sale mañana.

Tino: Que bien, ya no hallaba la hora de deshacerme de ti.

Mocosa: ¿No te vas a despedir?

Tino: No.

Mocosa: ¿Por qué?

Tino: No me gustan las despedidas. Si te vas ni te molestes en volver.

Stiletto VendettaWhere stories live. Discover now