─¿Todo se encuentra en orden? ─le preguntó, al ver que el rostro de su esposo se encontraba un poco más serio de lo normal─. ¿Sucedió algo?

─No hay nada de qué preocuparse ─dijo él─, te he traído el té, y pronto vendrá el Maestre para revisarte.

─Te dije que no era necesario ─le dijo ella, tomando la taza entre sus manos─. Gracias.

─Te he oído claramente cuando lo has dicho ─musitó Aemond─, he decidido ignorar la orden porque me preocupa, y si vamos a irnos en unas horas, quiero asegurarme de que estés en condiciones para montar a Kaltain.

Su esposa suspiró derrotada y asintió, sentándose en una silla de madera mientras bebía el té de miel que tanto le gustaba tomar cuando se encontraba nauseabunda.

─¿Qué crees que sea lo que te causó malestar? ─le preguntó Aemond, levemente esperanzado de oír las buenas.

.

Aemond rió sin poder evitarlo.

─Espero que eso sea verdad.

─No estarías tan contento si fueras la persona que acaba de vomitar hasta de lo que no ha ingerido.

Aemond besó la cabeza de Eireene. Antes de que fuera capaz de decirle algo, la puerta de los aposentos de ambos fue golpeada, y eso los hizo fruncir su ceño con confusión. Ella observó a su esposo.

─Ha de ser el Maestre ─musitó Aemond, acercándose a la puerta. Eireene observó en su dirección y lo vio abrir la misma. Efectivamente, el Maestre se encontraba allí, pero no estaba solo, se encontraba junto a Sir Criston.

─Mi príncipe, princesa ─musitó él, viéndolos a ambos─. La Reina solicita la presencia del príncipe en sus aposentos.

─¿Por cuáles motivos? ─preguntó ella, viéndolo con su ceño fruncido.

─Desconozco los motivos, princesa ─respondió, Eireene lo observó con seriedad al percatarse de la obvia mentira─. Con vuestro permiso, princesa. ¿Mi príncipe?

Aemond simplemente asintió y cerró la puerta antes de que Sir Criston pudiera decir u hacer algo. Eireene lo observó.

─¿Ya estabas informado? ─le preguntó ella, mirándolo. El Maestre simplemente se mantuvo quieto sin decir nada.

─No ─le dijo. Eireene suspiró, ahí iba otra mentira─. Volveré enseguida.

─Mhm ─musitó ella, dejando la taza de té sobre su mesa─. ¿Maestre?

─¿Sí, princesa? ─musitó, viéndola.

─Puede comenzar con vuestro procedimiento, no tengo todo el tiempo del mundo. Deseo salir de King 's Landing cuanto antes.

Ella se recostó en la cama, con un muy confundido Maestre, quién la examinó de inmediato.

─¿Partirá de King 's Landing, princesa? ─preguntó─. ¿Con la situación a la que afrontaremos?

Eireene frunció su ceño nuevamente, viéndolo con ojos que expresaban la más honesta confusión. El hombre carraspeó, temeroso, percatándose de que había revelado información que no se suponía que debía decir.

─¿A cuál situación se refiere, Maestre?

─Oh ─musitó el hombre─, su partida afectará a los reinos, princesa. Usted ha sido la Mano del Rey más formidable en los últimos tiempos.

Ella no dijo nada, simplemente lo observó. El Maestre sentía esos ojos violetas perseguirlo como si estuvieran esperando el mínimo movimiento para hacerlo hablar cual loro, o quizá solamente buscando una excusa perfecta para ponerlo bajo las narices de su bestia negra. No sabía cuál de las dos cosas lo hacía temblar un poco más.

dark paradise.    aemond targaryen.Where stories live. Discover now