ch. 018

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CHAPTER EIGHTEEN

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CHAPTER EIGHTEEN



KING'S LANDING, 129 d. C





Eireene continuaba sorprendiendo a los ciudadanos, hacía un labor que no se veía desde los tiempos de Alysanne, y quizá con un poco más de atención hacia las necesidades del reino.

Tenía demasiado autocrítica y constantemente cuestionaba sus propias decisiones, aún si los miembros del consejo le aseguraban que hizo lo correcto, ella dudaba hasta de la mínima reacción de ellos y buscaba la opinión honesta de Aemond.

Pese a que visitaba a diario a su moribundo padre, las responsabilidades que le encargó cuando la puso de Mano, le llevaban todo su tiempo. Debía de hacer unos minutos entre trabajo y trabajo para poder ver a su hija y esposo. Había sido motivo de varios desacuerdos entre ella y Aemond, al punto en que en una ocasión Eireene regresó a sus viejos aposentos a pasar la noche con Daenyra.

La siguiente mañana, ambos lo solucionaron y aunque a veces la tensión era bastante palpable cuando Eireene se retrasaba o faltaba a un evento planeado entre ellos, intentaba comprender por qué ésto sucedía ─aún si le dolía cómo su relación se había tornado.

Al oír la risa de su única hija, Eireene no pudo evitar sonreír levemente; ya había pasado toda una mañana junto a ella, puesto a que su madre le permitió hacerlo y ella hacerse cargo de los asuntos a atender, a la joven mano se le fue permitida una tranquila jornada acompañada por su hija.

Cuando le dijo a Daenyra que pasaría esa mañana y gran parte de la tarde con ella, los ojos de la menor se habían iluminado como cada vez que veía a su madre caminar hacia ella; o como cada vez que le contaba algo que le sucedió en alguna de sus lecciones, era esa inocencia tan adorable que Eireene deseaba proteger contra todo mal que aceche.

─¿Podemos ir a ver a Kaltain, madre? ─le preguntó, por enésima vez en lo que iba de la tarde─. Me gustaría montar a Velaerys, pero aún me da miedo hacerlo sola.

─Mañana iremos, en un rato debo atender al consejo en una nueva reunión ─musitó con pena. Su hija asintió, sin hacer ninguna mueca.

─¿Es necesario que estés ahí?

─Soy la Mano del Rey, mi dulce niña ─musitó y besó la frente de su hija─, debo estar presente.

Daenyra suspiró evitando bufar y comportarse como normalmente lo haría si su madre no la estaba mirando. Pero no hizo más que asentir con su cabeza y poner su mirada sobre la mesa, fingiendo que era más interesante que el hecho de no poder seguir compartiendo su día con la mujer que la trajo al mundo.

─Lo lamento ─musitó Eireene─,  pero te prometo que mañana sí iremos con Eireene hacia dónde desees ir.

─¿Al Norte?

─A Kaltain no le gusta el frío ─musitó Eireene riendo─, la última vez que intenté llevarla hacia allá, casi me tira de su lomo. Fue una experiencia memorable y aterradora.

dark paradise.    aemond targaryen.Onde histórias criam vida. Descubra agora