dark paradise ;; ❝ ¿Quién puede presumir de conocer el corazón de un dragón? ❞
aemond targaryen x femoc
hechos basados en "una
danza de dragones" de George
R.R Martin.
portada by me
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CHAPTER TWO
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Leía tranquilamente bajo los cálidos rayos del sol, sentada en el prado con un árbol sosteniendo su espalda, Eireene no consideraba que hubiera una mejor actividad que aquella. Siendo observada y protegida por sus espadas, con los ojos atentos de su madre en lo más alto de la Fortaleza.
Había sido una mañana llena de deberes para ella, le enseñaron a caminar apropiadamente, a leer en voz alta y a escribir, mejorando su letra día a día para que fuera mucho más fácil entenderla. Mientras Helaena recibía algunas lecciones un poco más avanzadas, Eireene se apasionaba cada vez más por todos los libros que había en su enorme biblioteca, aunque según su padre, la gran biblioteca de Ciudadela no se comparaba en nada con la que ellos tenían. Y ahora, a regañadientes de su madre, ella deseaba viajar hacia allá.
"─En cuanto tenga un dragón, viajaré a Ciudadela, padre!" le había dicho, haciéndolo reír escandaloso mientras asentía con demasía.
Ahora, leía brevemente algunos aportes de los Maestres que sirvieron al Rey Aegon I. Habiendo dejado un poco de cómo el Conquistador puso de rodillas a Seis Reinos, mientras que el gran Imperio Dorniense se mantenía regio y fiel a sus propias palabras (y gente), haciendo que el primero de su nombre no tenga una fácil conquista. Pese que perduró la paz, Dorne se mantuvo lejos de las garras de los Dragones por muchos años. A Eireene le parecía poético. Tal vez fueran los únicos con los recursos para detener a las bestias que hoy duermen en sus jardines.
Aunque a la niña no le hizo ninguna gracia que hayan acestado una lanza en Meraxes. Le daba dolor, pena y sentía una enorme necesidad por proteger a los dragones que habían sobrevivido pese a que carecían de amenazas.
Muchos de ellos eran grandes, y los pequeños eran rápidos. Detestaba con su alma Pozo dragón, viéndolo como una jaula que impedía que sus dragones fueran libres, que puedan moverse con comodidad. Maldijo al que tuvo la ida de que ponerlos allí sería grato.
