dark paradise. aemond targaryen.

ch. 010

CHAPTER TEN

Cuando la puerta de los aposentos de Eireene fue abierta abruptamente, casi consigue hacerla caer de la cama; había permanecido toda la noche, o al menos gran parte de ella, leyendo muy enfocada aquél libro de la filosofía antigua y la que ahora se consideraba moderna, que no se percató de que la hora del búho pasaba tan rápido.

Jacaerys, el hijo mayor de su hermana, estaba de pie ante ella vestido con su ropa de dormir, Eireene frunció el ceño al ver que no solo se encontraba él ahí, sino que Luke, Baela y Rhaena también lo acompañaban; los cuatro la observaban con ojos adormilados de recién levantados, sin embargo, había algo extraño en ellos y mientras más los miraba, menos comprendía lo que fuera que estuviera sucediendo.

─¿Qué hacen aún despiertos? ─les preguntó, Jace arqueó sus cejas.

─¿No deberíamos ser quiénes pregunten eso, tía Eireene?

─No, porque soy mayor que ustedes... ─Jace asintió, de acuerdo con eso─. Dime, ¿les sucedió algo?

Rhaena tragó saliva y procedió a hablar:

─Alguien se ha robado a Vhagar, prima Eireene.

─¿Quién robaría...? ─musitó, pensando en quién podría robar a uno de los dragones más gruñones y nada amistosos existentes. Entonces, se vino a su cabeza el responsable de tal hazaña.

La joven suspiró para poder tomar su capa oscura y comenzar a caminar con ellos lejos de sus aposentos. Mientras los oía cuchichear sobre algo a lo que no le estaba prestando atención, su cabeza se mantenía en Aemond, en su hermano mayor cuyo deseo por obtener un dragón era mucho más grande que el utilizar su lado racional.

Sentía miedo, mucho miedo. Tal vez fuera porque sus sobrinos iban con todas las intenciones de exigir explicaciones y ella no comprendía por qué veían a los dragones como si fueran de propiedad; Vhagar perteneció a Visenya, tal vez fuera la única persona con la que llegó a formar un vínculo completamente puro y por eso tras la muerte de la reina, se fue volviendo más y más indomable. Era mucho más grande que ningún otro de los dragones, era obstinada, gruñona, dormía mucho; su peso era cada vez más difícil de cargar y eso la hacía ser un poco más reacia a sus jinetes.

Al llegar hacia la cueva que los llevaba hacia el balcón donde habían estado durante la tarde, la joven sintió su corazón oprimirse al ver a Aemond acercarse hacia ellos. Jace y Luke se pusieron delante de ella.

─Jace, ¿qué estamos haciendo? ─le preguntó Luke.

─Es él.

─Soy yo ─musitó Aemond. Su aura había cambiado. Eireene sintió que el aire se quedaba atorado en su garganta.

─Vhagar es el dragón de mi madre ─le dijo Baela.

─Tu madre está muerta ─Aemond respondió, la manera tan cruda y cruel en la que dijo aquello logró dejar pasmada a Eireene.