Capítulo XV: Eran uno (III/III)

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Los dioses, más angustiados, acudieron a Olhoinna. La diosa madre comprendía el temor, porque ella también lo sentía. Ella era la diosa de la fertilidad, cuanto había en el mundo florecía gracias a su poder y los mortales ingratos ya no le rezaban, solo pensaban en Erin. Olhoinna fraguó un plan.

Le pidió a Eyra diosa de la curación que hiciera una pócima que le produjera sueño al dios. Olhoinna lo invitó a pasear y le ofreció la pócima, cuando Erin se durmió, Olhoinna tomó la espada del dios y con ella lo cortó a la mitad, una se volvió negra y la otra blanca. La negra conservó el poder de juzgar las almas y la blanca la de administrar la magia. La negra fue llamada Morkes y desterrada al geirsgarg; la blanca se llamó a sí misma Lys, dadora de magia.

Desde entonces, Lys y Morkes olvidaron que antes fueron un solo dios, el más poderoso de cuantos habían existido.

Los alferis, no obstante, jamás olvidaron la historia. Eran las criaturas con más poder después de los dioses y la escribieron en libros que guardaron en su gran biblioteca del palacio Flotante en Augsvert. También recogieron la espada que cortó a la mitad al dios y que conservaba la verdadera esencia de este, así como el medallón. Estaban seguros de que algún día Lys y Morkes volverían a unirse. Por eso crearon la tradición de cuidar las reliquias del antiguo dios y se empeñaron en no olvidar su historia.

Hasta que los humanos se apoderaron de Augsvert y las leyendas se perdieron, también la antigua magia del poderoso dios Erin.

Lys, dadora de magia, había acudido al llamado de Assa aldregui y el medallón. Ella contempló la visión de su pasado al lado de Morkes.

Yo no podía ver el rostro de ninguno de los dos, pues estaban de perfil. ¿Creían en la visión que Assa aldregui acababa de revelarnos? La espada contenía la esencia primigenia del dios que antes fueron y que Olhoinna, celosa, dividió.

Volvíamos a estar en el paraje desértico y sofocante que era el geirsgarg, con la salvedad de que ahora nos acompañaba la diosa Lys. Morkes giró hacia mí. Cuando me miró sentí miedo, temí que intentara acabar con mi alma otra vez.

—Sois una morkenes y también una alferi, descendiente de reyes. Sin la magia negra en vos jamás hubierais podido llegar a mí y a esta espada. —El dios levantó a Assa aldregui— No hubiera revelado sus secretos. Nos habéis mostrado quienes somos.

Lys se acercó a mí y pude verle el rostro. Mientras Morkes era oscuridad, ella era luz; mientras los ojos del dios nigromante eran fuego, los de ella eran agua. Su pelo blanco era como el mío y sus ojos cristalinos también.

—Vuestra raza conservó y cuidó estas reliquias. Estoy agradecida contigo y con los alferis. La magia es una, siempre ha sido una. No existe la magia de Morkes solo la perversión de esta. ¿Lo entendéis?

Lys tomó mi mano y cerró los ojos antes de hablar de nuevo.

—Dentro de vos está esa magia única, no la pervirtáis.

—Eres mi otra mitad —le dijo Morkes a Lys llamando su atención

—Eres parte de mí y yo de ti —le contestó la diosa.

—¿Debemos unirnos?

—¿Cambiaría en algo las cosas?

—Pues, creo que no existiría la confusión de la magia de Morkes y la magia de Lys —contestó el dios con el ceño fruncido.

—O tal vez sea nuestro destino estar separados.

—O estar unidos.

Los dioses se observaban ensimismados, intentaban dilucidar qué debían hacer. Aquella duda no era de mi incumbencia, sin embargo, había algo que tenía que pedirles.

Augsvert III: la venganza de los muertosTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang