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-No creo que sea buena idea ese tonteo que tienes con Steven.

Genial. Después de tres días sin ver a su mejor amiga lo primero que le decía era eso.

Selena no estaba de acuerdo, claro que no, no porque pensara que era mentira, claro que tonteaba con Steven, pero prefería pensar que no y que solo era que sus personalidades eran así. Tontear con Steven significaba que su cabeza empezara a competir con sus ex y Selena no queria hacer eso. Las comparaciones eran odiosas, sobretodo cuando le afectaban tanto a ella misma, siempre había sido así.

-No empieces.

-Vale.-la rubia suspiró al ver como su amiga se callaba, pero el silencio no duró mucho.-Pero no es buena idea, casi te desmayas cuando nombraron a esa tal Shayla, por no hablar de Princeton.

-Princeton elegirá a quien tenga que elegir, Ginny, no es una competición.

-Hace dos meses no pensabas lo mismo.

-Hace dos meses tampoco quería competir con Steven.

-Tampoco querías ser su amiga.

Selena ni siquiera pensaba en Princeton cuando estaba con Steven, quizás por eso le gustaba tanto estar con él, a pesar de que para los dos ir a la universidad era su mayor éxito, con el otro sentía que no tenían que fingir ese nivel de perfección que le exigían en el instituto. No habían hablado nunca de Princeton, ni sobre qué pasaría cuando solo eligieran a uno de los dos, pero Selena tenía claro que tampoco sería para tanto, que no crearía conflictos entre ellos, al final no eran ellos los que elegían, era Princeton.

-¿Sabes qué? Creo que voy ya a literatura antes de que empieces a decirme cuáles son las claves para enamorar a un chico.

-¡Recuerda oler su perfume!

Selena rodó los ojos, cuando tenían catorce años Ginny leyó en una revista la manera de conquistar a chicos y decidió que Selena lo pusiera en prácticas con Trevor, el chico más popular del momento, claramente no salió nada bien, desde entonces Selena decidió no escuchar a su amiga cuando se trataba de amor.

La clase de literatura se había convertido en una especie de refugio.
Elegirla en la matrícula no fue con esa intención, era tan solo para demostrar que era la mejor y que hasta en lo que todos consideran un infierno ella brillaba. En ningún momento pensó que mirar los cuadros de la clase le harían sonreír o que le encantaría hacer debates sobre literatura.
Aunque en el fondo, sabía que eso no era todo lo que le atraía de esa clase, había una gran razón por la que todo eso se había convertido en una tirita, y ella superaba a cualquier libro.

-Buenos días, ¿has hecho los deberes?

-Buenos días a ti también, Conklin. Yo también espero que estés bien y que hayas pasado buena noche.

El sarcasmo de Selena hizo a Steven reír, pero rápidamente volvió a estar serio o, más que serio, nervioso.
¿Cuándo era la última vez que se había olvidado de hacer los deberes? ¿En tercero de primaria?

-Enserio, ¿lo has hecho?

Selena conectó su mirada con Steven y pudo jurar que nunca le había visto tan desesperado, pero sobretodo, nunca lo había visto con una mirada tan perdida.

Reconocía esa mirada, se le había visto a ella misma en el espejo tantas veces que verla en Steven asustaba.
Algo le pasaba, algo mucho más que los deberes.

-Sí, toma.-murmuró la rubia mientras rebuscaba un folio en su mochila.

-Gracias, me has salvado.

Los ojos azules de la chica revolotearon por la clase fingiendo no prestar atención, pero finalmente acabaron de nuevo puestos en la cabellera negra del chico que copiaba todas las respuestas de Selena en su papel con ansiedad y rapidez.

Hey, Steven| Steven Conklin Where stories live. Discover now