I.- Don

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Stiles se dejó caer en la silla del hospital, su mami había muerto y podía verla frente a él.

No fue tu culpa, cariño. Por favor mírame.

El niño del diez años odiaba los hospitales miraba a todos los fantasmas a su alrededor, solo quería salir de ahí. Su madre le había dicho que él tenía un don como ella y que tenían la responsabilidad de ayudar a esas pobres almas a encontrar el descanso.

Por favor mi pequeño, mírame, no me ignores. Prometo no irme de tu lado.

Stiles negó con la cabeza, solo la ignoró. Desde ese día Mieczyslaw Stilinski decidió que jamás vería a su madre, ayudaría a los fantasmas como ella le había enseñado hasta ese momento, seguiría con lo que su madre amaba.

— Mica. — sintió unos brazos rodeándolo con cariño — Perdón, pequeño debí de haber llegado antes. — le dijo Noah dejando que las lágrimas corrieran por su mejillas. Al hombre le dolía que su amada esposa muriera pero era algo inevitable, el cáncer la había consumido poco a poco; lo que mas le dolía es que su pequeño hijo, su adoración había tenido que ver a su madre en su último aliento, ya había pasado por demasiado su pequeño y ahora estaba seguro de que Claudia estaba con ellos. ¿Qué tan difícil sería para su niño ver a su madre? Sabe que el don que su mujer tenía y que le heredó a su hijo era una carga, veían la muerte y tenían una responsabilidad sobre ellos pero también sabía que ellos les hacia feliz saber que podían ayudar a esas almas.

— Papi. — susurró el pequeño entre sollozos.

Ambos Stilinski se quedaron afuera de esa habitación por horas desahogándose, Noah se aferraba a su hijo, no quería soltarlo y deseaba quitarle la responsabilidad que tenía sobre sus hombros, no era justo que un niño de diez años tuviera que pasar por todo eso.

Claudia solo podía ver eso con una profunda tristeza, le dolía haber partido de ese mundo terrenal pero no podía abandonar a las dos personas que más amaba en el mundo y por eso no podía irse aunque no podría acercarse a ellos, por el bien de su hijo no podría acercarse.

*

Stiles de quince años, se encontraba en el cementerio más cercano de su casa, vivía en Boston y para su sorpresa había bastantes fantasmas y como casi no podía hablar con ellos en la hora de sus clases o cuando alguien lo estuviera viendo así que iba al cementerio a hablar con ellos.

¿Cómo te fue hoy, Mitch? ¿Aprendiste muchas cosas en la escuela? — le preguntó un chico de siete años mientras se sentaba al lado del mayor.

— No muchas, es un poco aburrido. Muchos me llaman loco, solo tengo pocos amigos pero no sé si llamarlos así. — acarició el cabello del menor — Pero son buenos días, en las mañanas casi siempre veo a papá y en las tardes voy con él a comer.

¿El trabajo de tu padre va bien? — le preguntó un joven de veintitrés años.

— Hasta donde he podido saber si, aunque sé que quiere un aumento, su sueño siempre ha sido ser el capitán o sheriff. Me dijo que antes vivía en un pequeño pueblo llamado Beacon Hills y su más grande sueño era ser el sheriff como mi abuelo.

¿Por qué no viven ahí? — le preguntó una chica pelirroja de dieciséis años mirándolo de cabeza.

— Papá quería salir a conocer el mundo y cuando conoció a mi madre ella tenía un buen trabajo aquí, así que hemos vivido aquí desde hace años. — les explicó con una gran sonrisa.

El mejor momento del día de Stiles era ese momento, hablar con todos los fantasmas era lo mejor, le alegraba estar con ellos, eran amables y curiosos, ellos no podían cruzar al otro lado, la mayoría tenía familia a la que querían cuidar y proteger así que por eso se quedaban ahí. Algunos de ellos habían partido cuando Stiles los ayudó, en su vecindario ya era conocido y la mayoría de las personas ahí sabían del don del castaño y le creían.

¿No tienes curiosidad por ese pueblo? Después de todo tus padres nacieron ahí.

— Un poco pero estoy bien aquí.

*

Stiles suspiró mientras se aferraba a la correa de su mochila. Ahora tenía diecisiete años y su padre había recibido una oferta de trabajo: ser el sheriff de Beacon Hills. Stiles fue el primero en apoyar a su padre, él quería que fuera feliz y no le importaba dejar el hogar en el que había crecido, se despidió de los fantasmas y les dijo que los visitaría cuando pudiera, ellos le desearon mucha suerte y esperaban que conociera mejores personas que lo apreciaran y que pudiera confiarles su secreto.

— Lamento que tengamos que mudarnos. — se disculpó Noah mientras miraba al frente, conducía la camioneta de su hijo, un jeep azul grisáceo que su madre le había heredado.

— No tienes que disculparte, pops. Es tu gran oportunidad, al fin podrás cumplir tu sueño así que si tengo al final del mundo para apoyarte no me arrepiento. — le dijo el menor mientras le guiñaba un ojo.

Noah sonrió, no sabía que había hecho para tener un hijo increíble.

Unas horas más tarde los Stilinski llegaron al pueblo de Beacon Hills, Stiles de inmediato fue recibido por bastantes espíritus, al parecer ese pueblo tenía la muerte rodeándolo.

— ¿Todo bien? — le preguntó Noah mientras se estacionada frente a una casa, en un vecindario tranquilo, había unas cuantas casas y un gran edificio de departamentos.

— ¿Ha habido muchos accidentes aquí? — preguntó el menor mientras miraba a un fantasma de un adolescente que seguía a un hombre.

— Si, siempre ha habido cosas extrañas aquí, muchos accidentes. ¿Ves muchos fantasmas?

— Demasiados, jamás había visto un lugar con tantos. — dijo Stiles esbozando una sonrisa triste.

— Espero que no sea complicado con todos lo que hay.

— Esta bien, será interesante conocer todo lo que sucede aquí. Algo me dice que hay más de lo que parece a simple vista. — dijo Stiles mirando fijamente a un fantasma de una chica de cabello castaño oscuro de ojos avellana que también lo mirada, atrás de ellos podía ver a personas similares a ella. 

FantasmasWhere stories live. Discover now