–Me quedaré con él –dijo amablemente Nayeon, rompiendo el abrazo–. Necesitas darte un baño, cambiarte de ropa y descansar.

El alfa le echó una ojeada a su traje de tres piezas, el cual tenía manchones y salpicaduras de sangre. Lucía terrible, como si acabara de salir de una película de asesinos. No imaginaba qué impresión habría generado en las personas que estaban en el hospital tras llegar en la ambulancia con Jimin.

–Te agradecería que me consiguieras una muda de ropa. No lo dejaré solo –pidió, sin despegar la vista del pelirrosa, atento a cualquier pequeña reacción que pudiera tener.

Nayeon suspiró con frustración. Su hermano era un cabeza dura.

Sin embargo, no podía culparlo. Un alfa era devoto por su pareja y, en las condiciones en las que estaba Jimin, su instinto protector salía a relucir. El hecho de que estuviera en espera de sus cachorros incrementaba esa necesidad de brindar acompañamiento y seguridad.

Dejó a Jungkook en la habitación para salir al recibidor, donde Namjoon seguía discutiendo con el jefe de policía. Por lo poco que pudo escuchar a la distancia, no había ningún sospechoso. En casa de Jimin no dejaron huellas, lo que volvía la investigación más complicada. Su teléfono celular desapareció de la escena y lo estaban rastreando. Seguramente darían con los culpables si el móvil se encendía en algún momento, por lo que continuaban expectantes.

Por su parte, Namjoon movió sus hilos, en paralelo con la policía. Tenía conocidos del ejército que le brindaron la información que necesitaba a cambio de una generosa compensación económica que su jefe estuvo dispuesto a desembolsillar. Hackearon el celular de Park a la distancia y le brindaron números de teléfono, un mapa de direcciones y algunos nombres.

Dudaba acerca de compartir la información con Jungkook. Su jefe estaba movilizado emocionalmente y no quería involucrarlo en una situación peligrosa. Había muchas chances de que la intervención saliera mal, que su jefe hiciera algo en contra de la ley, y no iba a permitir que cargara con ese peso teniendo una familia a la que cuidar.

También es cierto que se ponía en su lugar y, pensando objetivamente, si se tratara de su propio omega, no dudaría un segundo en destruir a cualquiera que osara tocarlo. Tenía aprecio por Jimin, más allá de sus maneras toscas, su boca suelta y los nervios que le hacía pasar a su jefe. Sabía que en el fondo sólo era un jovencito con miedo, que perdió a sus padres y a su hermano demasiado pronto y fue empujado al mundo de las responsabilidades sin haber podido madurar antes lo suficiente.

Ni bien terminó de dar su declaración a la policía, su celular vibró en el bolsillo de su pantalón, avisándole de una llamada de Jungkook. Echó un vistazo en dirección a la puerta donde estaba la habitación de Jimin y vio a su jefe en la puerta, haciéndole gestos para que se acercara.

Era muy tarde para echarse atrás. Tendría que comentarle acerca de la información.

–¿Y bien? –habló el dominante con voz grave.

Advirtió Namjoon las oscuras ojeras bajo sus ojos, la piel del rostro sin brillo, una expresión cansada y su ropa sucia. Lucía como una versión más demacrada de Jeon Jungkook. Alguien que no concibe el sueño desde hace más de veinticuatro horas y cuyo lobo lo mantiene alerta para controlar la evolución de su omega.

–Es Kim Seokjin, el proxeneta de Jimin –confesó el chofer, acomodándose la montura de sus gafas–. Lo hizo junto con dos guardaespaldas.

El cuerpo del millonario se tensó. Comenzó a respirar sonoramente, resollando. Se notaba que intentaba contenerse, a punto de estallar.

–Me encargaré –ofreció Namjoon.

–De ninguna manera. Pienso hacerlo solo.

–No podrá enfrentarse a ese hombre solo. Mucho menos si está armado y tiene a un séquito de guardaespaldas. Esos tipos no tienen nada que perder contra usted, mi señor.

Esclavo del Placer ║ Kookmin (Omegaverse)Onde histórias criam vida. Descubra agora