Anhelos ~ [MLB Universe +18] - Libro 2

Capítulo 4 - Colisión

POV Isaac

—Realmente, eres un tremendo imbécil...

¿Acaso estoy soñando otra ves?

Abrí mis ojos y respiré, reconocí mi cama, mi habitación...

Últimamente he estado despertando en medio de la madrugada, teniendo estos sueños extraños. Creo que con esto me he dado cuenta de que ese sentimiento de culpa ha estado resonando en mi cabeza, desde que...

Me enteré de... Lo que Jenny hizo.

La falta de sueño y mi mal humor se notan en mi cara, he aceptado lo que ocurrió, y creo que me lo merezco.

Tengo una jarra de cerámica con té de manzanilla que me he traído a la habitación, así doy largos tragos para relajarme, funciona perfectamente, en poco tiempo he sentido la necesidad de volver a dormir.

No soy una persona que suele soñar mucho, tampoco me considero fantasioso, pero en estas últimas noches me ha tocado. No tiene ningún valor significativo, no es algo a lo que suelo prestar atención.

Lo que sí me pareció intrigante es este espacio oscuro infinito que está cubierto de arena negra, deslizo suavemente mis pies sobre el suelo, recuerdo mis momentos en la infancia en donde iba a la playa.

Me gustaría volver a ser tan tranquilo como cuando era niño, no sufría esos achaques emocionales que me han atacado ahora.

—No puedo creer que haya tenido que parar mi descanso por ti.

Dejé de caminar cuando escuché esa voz masculina hablarme.

Miré hacia todos lados intentando buscar rastro de esa voz, pero todo parecía resonar únicamente en mi cabeza.

—¿Quién anda ahí? —Pregunté mirando a todos lados.

No me sentía en peligro ni nada parecido, yo reconozco cuando estoy teniendo un sueño lúcido.

—Igual a tu padre, tengo que arreglar la terrible metida de pata que has dado. —Aquella voz se escuchó a mis espaldas.

Me giré y retrocedí varios pasos al darme cuenta de que sí sentía su presencia.

Justo aparece frente a mí un ente masculino, parecía humano por su silueta borrosa.

—¿Acaso eres un demonio? —Cuestioné por no poder verlo claramente.
—¿A ti que te importa qué soy, o quién soy? —Me dijo con voz cada vez más molesta.
—No te venderé mi alma. —Le respondí frunciendo el ceño.

El hombre se palmeó la cara en negación a mantener sus palabras y el ambiente se aclaró, mostrando aquel espacio infinito en neblina.

Este hombre de unos 25 o 27 años como mucho, tenía el cabello muy, muy largo. Estaba bien vestido con un traje azul, sin manchas o roturas en su ropa.