EXTRA 3: Sí, quiero (2ª parte)

3.1K 182 72
                                    

Jess.

Me dolía la cara de sonreír.

No quería que este día acabase, pero tampoco quería pensar en eso, estaba disfrutando cada mínimo segundo de la celebración de mi boda. Lo bonito que era ver a todos los invitados felices, tanto mis amigos como mi familia. Ver a mi madre hablando animadamente con la madre de Pablo y con mi cuñada Aurora hacía que mi pecho se llenase de felicidad. O ver a mi marido —dios que bien sonaba eso— riéndose con mi padre, me encantaba.

Habíamos acabado de cenar todos dentro del salón del cortijo que habíamos reservado para este día y ahora que ya era de noche, las doce de la noche más o menos, había empezado la verdadera celebración. Esperé a que mi novio acabara de hablar con mi padre para acercarme allí hasta subirme a su espalda asustándole. Mi padre se había unido a la charla del padre de Pablo y su tío.

Pablo se relajó cuando se giró y me miró, luego me dejó en el suelo abrazándome y le dio un repaso de arriba a abajo.

—¿Cuándo has ido a cambiarte el vestido? —me preguntó con una sonrisa.

—Acabo de volver de cambiarme con Leire, pero no te habías enterado porque estabas en una charla muy animada con mi padre, ¿de qué hablabais? —pregunté con curiosidad.

—Nada que te incumba, rubita —me dio un beso en la mejilla.

—Bueno, al menos mi padre no te ha amenazado con matarte si me haces daño o nada de eso ¿verdad? —bromeé.

—Tu padre me adora, más que a ti incluso.

—¿Tú crees? A ver si algún día mis padres te adoptan como hijo también...

—No, creo que me conformo con que sean mis suegros —Pablo me sonrió y se acercó a mi rodeándome con un brazo la cintura. Nuestros labios se unieron en un beso.

—¿Te gusta mi vestido nuevo? —me separé dando una vuelta para enseñárselo bien.

Me había cambiado el vestido de novia por otro blanco que era también largo pero no era tan voluminoso y me dejaba disfrutar más ya que con el de la ceremonia no podía casi ni moverme. Este tenía algunos volantes y era de tirantes porque también iba a sudar mucho de tanto celebrar y bailar esta noche.

—Te queda increíble Jess, en serio, estás preciosa.

—Gracias Pablo, te quiero —volvió a juntar nuestros labios—. ¿Dónde has dejado a Marco?

—Está con Sira y Ferran, a ver si van practicando con eso de ser padres que ya les va tocando a ellos ¿no crees? —bromeó y yo asentí riendo.

—Pablo.

—¿Qué pasa, amor? —no despegaba su mirada de mis ojos.

—¡Que nos hemos casado! —me acerqué a abrazarle eufórica de nuevo.

—Si, lo hemos hecho, Jess —suspiró con una sonrisa—. Y creo que es la mejor decisión he tomado en toda mi vida —apoyó su frente con la mía.

—Estoy muy feliz, no sabes cuánto.

—Te amo, Jess —me abrazó.

—Yo también te amo, Pablo —le di un beso en el cuello.

Iba a quedarme más tiempo entre los brazos de mi esposo pero un sonido nos hizo separarnos. Todos nos giramos a ver a Leire dando golpecitos a su copa de vino con una cuchara encima de una silla y Ansu mirándola riéndose.

—¡Buenas noches a todos! —dijo ella como la chica extrovertida que es—. Lamento interrumpir la fiesta pero es hora del pastel de los novios —señaló hacia una mesa en el jardín en la que había un pastel de tres pisos decorado de blanco y alrededor varios recipientes con dulces y gominolas.

EXTRAS de DebilidadWhere stories live. Discover now