Jess.
—Cleo si no te estás quita no voy a poder hacerte la trenza bien —le dije a mi hija de tres años que no paraba de moverse.
—Es que me pica mucho la etiqueta del vestido mami —se quejó haciendo una rabieta.
—Vale, ahora te la corto pero espérate quieta un segundito.
Cleo me hizo caso afortunadamente y pude hacerle la trenza perfecta. Hasta me sentí orgullosa de como había quedado en su pelo rubio.
—¿Te gusta? —le pregunté cogiéndola en brazos para que se pudiese mirar en el espejo del baño.
—¡Me encanta! Gracias mami —me dio un abrazo—. ¡Parezco una princesa!
—Ven que te corte esa etiqueta —le dije bajándola otra vez después de aceptar su abrazo.
Busqué unas tijeras por mi habitación y le subí un poco su vestido blanco de verano. Una vez acabé volví a guardar las tijeras.
—Amor, ¿sabes dónde están mis pantalones blancos cargo? —entró Pablo en la habitación.
—¡Papi! ¡Mira qué trenza más chula me ha hecho mamá! —Cleo se tiró a sus brazos y Pablo la cargó.
—Es preciosa cariño —le sonrió y luego me miró.
—No sé dónde están esos pantalones, ¿por qué lo tendría que saber si no son míos? —le dije un poco de los nervios.
—Pues no sé Jess, solo te preguntaba por si sabías dónde estaban.
—Pues no, no sé dónde están. Ponte otros ¿vale?
—Está bien, tranquilízate rubia ¿estás bien? —Pablo dejó a Cleo en la cama y se me acercó.
—Mamá tiene nombre, no se llama "rubia" —dijo Cleo riendo mirando a su padre.
—Lo sé Cleo pero yo le llamo así igual que a ti te llamo "rubita" de vez en cuando —Pablo le sonrió.
—¿Dónde está Marco? ¿Está vestido? Nos tenemos que ir ya —hablé.
—Está viendo la tele en el sofá, Cleo ves con tu hermano mientras mamá y yo terminamos de arreglarnos —le dijo Pablo a Cleo y ella salió de la habitación con una sonrisa.
Pablo se me acercó mirándome un poco preocupado y yo suspiré.
—¿Qué pasa Jess? —su mano tocó mi barbilla.
—Estoy un poco estresada pero no me pasa nada. Todavía no me he vestido yo y vamos a llegar tarde, además me acaba de bajar la regla y me duele la barriga y...
—Jess, tranquila ¿vale? No llegamos tarde y si lo hacemos ¿que más da? Total vamos a casa de Ferran y Sira, no es una boda. Deja de preocuparte por cosas tan simples, ¿quieres que te traiga una pastilla para el dolor?
—Ya me la he tomado pero gracias Pablo, es que a veces las cosas no salen como yo quiero y me estreso.
—Lo sé, te conozco desde hace diez años por lo menos. Sigues siendo igual de cabezota —me sonrió dándome un abrazo.
—Te quiero amor —le sonreí también—. Lo siento por a veces estar un poco irritable.
—Me encantas así —me dio un beso en los labios que le seguí.
—Le voy a avisar a Sira de que vamos a llegar un poco tarde ¿vale?
—No, ya me aviso yo a Ferran. Tú acaba de vestirte tranquila. Marco y Cleo ya están ¿no?
—Si, solo falta que cojan sus bañadores para cambiarse allí.
Pablo asintió y me dio otro beso en los labios para salir de la habitación con su móvil. Yo aproveché para ir al baño, ponerme mi bikini debajo de un vestido azul y maquillarme un poco. Mi pelo lo dejé tal y como estaba. Tampoco quería ponerme muy guapa porque íbamos a hacer una comida con algunos amigos en casa de Sira y Ferran y también nos íbamos a bañar en la piscina así que no valía la pena.
