— Estoy bien, estoy bien. Ugh, por un momento creí que moriría, fue muy rápido, me sentí mal de un momento a otro.

— Debemos ir al doctor lo más rápido posible, esto no es normal Alexandré. — Alexandré tomó mi rostro en sus manos, miraba sus ojos fijamente y vi que algo no estaba bien pero no logro darme cuenta donde esta el fallo, algo hacía falta en ellos.

— Estoy bien, solo fue un tonto dolor de cabeza y no, no iremos al doctor ¿de acuerdo? No es correcto, estamos aquí por una razón, cumpliremos nuestros deberes como familia, y luego iré al doctor cuando volvamos a casa. — Su tono de voz tan calmado no me relajaba en absoluto. Alexandré me dió un beso pero eso no borraba la desesperación que sentí momentos atrás al verle sufrir y no poder hacer nada.

— Pero... ¿y si te pasa algo? No me lo perdonaría. Que se jodan, iremos al doctor, tú eres mi marido y tienes que hacer lo que yo te diga.

— Salomé, estoy bien, solo fue cosa del momento ¿si? Te prometo que iré al doctor cuando volvamos a casa. — Sus palabras no me convencieron, al contrario, Alexandré es tan cabeza dura que no va a escuchar ninguna de mis sugerencias. Estaba asustada y preocupada por él, y a él parece no importarle. — el zumbido en mis oídos esta disminuyendo, no hay de qué preocuparse Mon amour.

— Pero...

— ¡¿Puedes dejarme en paz?! — No puedo creer que me haya levantado la voz, solo me preocupo por él, ¿qué hice mal?—  Quiero estar solo, así que puedes irte, yo estaré bien.

No vale la pena preocuparse por el bienestar de un hombre si él no se preocupa por sí mismo. Hice lo que me pidió, lo dejé en paz y volví a integrarme  con el resto de los invitados.

Ya estaba anocheciendo, aproveché que estaba libre y decidí arreglarme con anticipación para la velada de esta noche.

Tuve un poco de inseguridad de dejar el cuarto, estaba ansiosa y temerosa de todos los invitados, me aterraba la sola idea de estar con esas personas, Pero me armé de valor, he puesto esfuerzo en mi atuendo, en verme aún más hermosa y sofisticada, entonces decidí dejar el cuarto, perder el miedo y aventurarme.

— Creí que no saldrías de tu cautiverio. — François se acercó a mí por la espalda, propiciando que gritara del susto. Algunas personas voltearon a verme lo que me causó aún más ansiedad. —  Hey, Hey, soy yo, ¿Podemos... hablar? Digo, si es que tu padre/esposo te lo permite. — la ironía en su voz me provocaba pegarle pero me contuve. Permití que fuéramos a un lugar más privado para alejarme un poco de la gente y poder tranquilizarme un poco.

— Deja de decir que Alexandré es mi padre, es asqueroso y muy bajo de tu parte François. — expresé con enojo. Él ignoró lo que dije, sacó una caja de cigarrillos de su bolsillo y me ofreció uno pero me negué. — Si fumas aquí vas apestar mi vestido.

— Oh là là ! — Hizo caso omiso e igual encendió el cigarrillo. — El olor a cigarrillo le dará un toque especial al olor de tu perfume.

— ¿ A qué vinimos aquí, qué quieres decirme? — pretendí estar molesta con él pero en realidad me alegraba verlo, ya que Alexandré no estaba al menos tenía a François así  no estaba sola en este lugar.

— Quiero despedirme de ti Salomé, creo que es lo correcto hacértelo saber. — Sus palabras me sorprendieron bastante. Desde que abrió la boca supe que hablaba enserio.— Me iré, es todo lo que tengo que decir.

— ¿A dónde vas? ¿Qué hay de tu trabajo? Hace semanas atrás estabas muy feliz por tener ese cargo. — Por alguna razón tuve la sensación de que me estaban abandonando, lo sentí muy dentro ese momento en que te dejan a la deriva.

The million dollar manWhere stories live. Discover now