7-

52 7 1
                                    

Los truenos despertaron a México durante la madrugada. Se levantó, pues recordó que debía meter la planta de Usa o la lluvia la estropearía.

Al caminar hacia la puerta mientras se colocaba su gabardina impermeable, recordo lo que pasó durante la noche antes de dormir. Sus mejillas se enrojecieron de inmediato.

Al abrir la puerta, su expresión cambio. Bajo la estrepitosa lluvia se encontraba Rusia, sentado en el pórtico de la casa. México había olvidado por completo que Rusia se había quedado en la fiesta.

—¿Estás bien? —Corrio México hasta Rusia. —¡Entra, vas a enfermarte!

—Estoy bien. —Respondio Rusia.

—Lamento haber...

—Esta bien. —Interrumpio Rusia.

México se sentó junto a él.

—Me gustaría... —Susurro Rusia — Alguna vez ser la primera opción. Siempre soy un "tal vez" a veces un "no".

México no podía evitar sentirse culpable.  Coloco su mano en la cabeza de Rusia y corrió el cabello del asiático hacia atrás.

—No firme por qué quisiera tu territorio, México. —Dijo— Lo hice por qué jamás me voltearias a ver si no te obligaban.

—No me conoces, yo apenas y conocí a tu padre.

—Conozco tu cultura. Conozco tu pasado. Quizá he investigado tanto sobre ti que ahora no soy más que una carpeta con tu información.

—URRS... —Titubeo México —El siempre fue muy duro con todos, aún así no merecía morir.

—El siempre hablaba de ti, de sus aventuras en la guerra. Decía que eras el mejor piloto que había visto.

México rio un poco, pero guardo silencio al darse cuenta de que Rusia estaba sollozando.

Rusia llevó sus manos a su rostro.

—No me molestaría que te quedes con USA, no puedo reemplazar 12 años con dos semanas. —Dijo Rusia entre lágrimas —Pero por favor, piensa en mi cuando él te trate mal.

México mantenía baja la mirada. Se levantó entre la lluvia, tomo la planta y entro a la casa.

Rusia por su parte, se levantó luego de un rato y camino fuera del pórtico. No podía entrar y seguir viendo a México, le rompía el corazón solo pensar en verlo sonreí otra vez.

Una llamada entro al celular de Rusia, el solo contesto al entrar a su auto.

—Te lo dije, a él le gusta que lo traten mal. —Contesto Argentina desde el otro lado del teléfono.

—No merece esto.

—Lo mejor para todos es que se quede con Usa.

—Ustedes jamás lo ayudaron. ¿Qué saben sobre lo que es mejor para él?

Argentina guardo silencio unos segundos.

—¿Realmente crees que México no lo disfrutaba? Algunas noches el simplemente no dejaba de gemir, parecía una perra en celo.

Rusia solo podía apretar el volante mientras escuchaba la voz de Argentina.

—¿¡Tu realmente crees que era fácil para él acostarse con la persona que se supone tenía que cuidarlo!? —Grito Rusia — ¡Tu y todos sus hermanos son unos idiotas, haciéndolo a un lado como si el tuviera la culpa!

—¡¿Tanto te molesta saber que México es una puta?!

Rusia frunció el ceño al escuchar como se expresaba de su amado. Abrió la ventana del auto y lanzo el celular por esta.

Aquella tarde Rusia volvió a su casa. Aquella enorme casa que era solitaria y fría todo el tiempo. Se sentó frente al teléfono y se perdió entre su tristeza. No fue hasta que dos llamados al timbre lo hicieron levantarse.

Rusia vio a Usa por el escape de la puerta, aún así abrió.

—Ganaste. —Dijo al abrir la puerta.

—En realidad aún no, pero falta poco. Te dije que no tendrías oportunidad.

Rusia cerró la puerta una vez Usa entro.

—¿Qué haces aquí? Es temprano, deberías estar con México.

—¿Te preocupa México? —Cuestiono Usa mientras levantaba una ceja.

Rusia ignoro la pregunta y volvió a sentarse en el sofá.

—Rusia, con ese aspecto que tienes nadie querría estar contigo. Ojos rasgados, cabello desordenado, y pésimo gusto por la moda. ¿Realmente creías que México iba a verte si quiera?

—Sal de mi casa.

—Solo intento hacerte entender tu posición.

—No, solo quieres burlarte. Hiciste el trato para poder recordarme lo mucho que me odias.

Usa sonrió con sinismo.

—¿Al menos te gusta México? —Pregunto Rusia.

—Bueno, quizá me gusta lo sumiso que es, tiene un buen culo. Comprendo a España.

Rusia se levanto de golpe del sofá y encaro a Usa.

—Ese nombre no se pronuncia en mi casa.

—¿Enojo o envidia?

—Asco. —Respondio Rusia.

Usa lo barrio con la mirada y se dió la vuelta para caminar hacia la puerta.

—Solo recuérdalo, Rusia, aún que fueras la última nación en el mundo, México no se fijaría en ti.

El americano finalmente salió de la casa, dejando a Rusia con la irá a flor de piel y sentimientos encontrados.

Poca Paciencia /Rusmex-Usamex/Where stories live. Discover now