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Rusia se encontraba corriendo por las oficinas de ONU un viernes por la mañana. ONU corría detrás de él.

—¡Rusia, vuelve ya mismo!

El nórdico no se detendría. Ya casi llegaba a la puerta cuando los hombres de ONU bloquearon la salida.

—¡Sabes bien que no puedes faltar a las reuniones, y salirte a media conferencia es una total falta de respeto!

Rusia fulminó a ONU con la mirada, se abrió paso empujando con su hombro a los hombres y estaba por abrir la puerta cuando volvió a escuchar la voy de ONU.

—Aun que México sea de nuevo un país, la fuerza de su cuerpo ha disminuido mucho. Incluso si llegas corriendo, lo más probable es que ya sea tarde.

Rusia ignoro las palabras de ONU y siguió el camino hasta su camioneta. Arranco hacia el hospital donde se supone estaba México. Hace al menos media hora había recibido un mensaje por parte de México diciendo que iba camino al hospital, pues había roto su fuente. El embarazo se había tornado complicado los últimos días.

Abrió la puerta del hospital tan rápido como pudo, corrió por cada pasillo, no espero al elevador. Fue finalmente al llegar a la habitación 3 del segundo piso en el área de neonatal cuando noto que sus manos temblaban. Tomo la manecilla de la puerta y entro lentamente.

Allí estaba México, con una vez más su color tricolor. El cabello alborotado y una intravenosa en su brazo. Tenía los ojos cerrados, no presentaba ni un solo movimiento. Rusia se acercó a pasos pequeños, tomo la mano de México y la apretó contra su pecho.

México abrió tenuemente sus ojos, apenas podía enfocar a Rusia en ellos. Sonrió con dificultad.

—Lamento llegar tarde.

Rusia tenía miedo de preguntar por el bebé, no quería abrir un tema difícil de tratar. México vio la preocupación en el rostro de Rusia.

—Desol está bien. —Dijo México.

Rusia finalmente respiro con normalidad.

—¿Tu también estás bien? —Pregunto Rusia.

—Bueno, eso parece.

Aquella tarde, todo parecía magico. Rusia cargo a su bebé por primera vez, era un niño considerablemente grande a comparación de el rango de peso normal. Sus colores eran casi iguales a los de México pero con el patrón de Rusia.

La familia salió esa misma noche del hospital, por órdenes legales el bebé debía ir en su propio asiento especial, por lo que México se fue en la parte trasera acompañándolo. Los ojos del mexicano jamás habían brillado tanto como ese día.

Rusia ayudó a México a cargar a Desol, pues el angeles estaba perdiendo efecto.

Al dejar a Desol en la cuna dentro de la habitación de la pareja, se quedaron unos segundos en silencio, simplemente viendo su creación. La belleza de aquel bebé era genuina, o quizá era el instinto paterno que los tenía enamorados.

México fue el primero en alejarse de la cuna, pues su cuerpo pedía a gritos un asiento. Rusia se aparto unos segundos después.

—¿Quieres que te cocine algo? —Pregunto Rusia al ver cómo México se sentaba con dificultad en la cama.

—No, quizá luego.

Rusia se sentó a su lado y beso su mejilla.

—Gracias.

—¿Por qué? Tu también pusiste tu parte. —Dijo México.

—Gracias por no rendirte, eres muy fuerte.

Poca Paciencia /Rusmex-Usamex/Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu