#Capitulo 6: Desvelo

Start from the beginning
                                    

—No lo recuerdo.

—Le pediré a Clementina que vaya al pueblo y contacte a la costurera —informó mirándonos un tanto animada—así que tienen dos semanas para prepararse —sonrió.

—¿Por qué es la fiesta? —intervine.

—Ni idea —sonrió con gracia—pero es importante que estemos ahí.

Ninguna dijo nada más y al ver que ya habían terminado de comer pedí permiso para poder retirarme. Subí a mi habitación para lavarme los dientes y apenas terminé salí hacia el establo, no quería estar dentro de la casa y tener que toparme con la Señora Sinue. Algo me decía que no era de su total agrado pero ya estaba acostumbrada a eso. No suelo agradarle a las mujeres mayores y mucho menos refinadas como ella.

—Hola, Señorita —me encontré con Rafael limpiando el piso de uno de los corrales.

—Hola, Rafael —le sonreí con cortesía—¿Ya almorzaste?

—Sí —asintió dejando de hacer lo que hacía—¿Usted?

—También —le sonreí sentándome en una banca de madera que estaba fuera del corral—¿Hace cuanto trabajas aquí? —mi pregunta pareció sorprenderle.

—¿Por qué, Señorita? —me miró con el ceño fruncido.

—Solo quiero conocerte más —me encogí de hombros—. Estaré aquí un tiempo y me gusta conocer a la gente que me rodea.

—Es raro que quiera saber sobre mí —sonrió aún un tanto extrañado—pero trabajo desde muy pequeño en estas tierras—siguió limpiando la paja sucia que habían dejado los caballo—creo que tenía ocho años cuando llegué aquí.—dijo con total normalidad pero el hecho de saber que trabajaba desde muy pequeño me angustió. Sabía que había gente que por necesidad debía trabajar desde temprana edad pero jamás había conocido de alguien que con tan solo ocho años ya tuviera que cargar con ese peso.

—¿Tus padres? —susurré sin poder asimilar del todo lo que acaba de escuchar.

—Ellos ya no viven lamentablemente —su tono de voz cambió repentinamente—, Murieron por una fuerte gripe cuando tenía quince años.

—Lo siento mucho.

—Fue hace años —intentó sonreír para alivianar el ambiente. Conocía esa sonrisa, era la misma que yo ponía cada vez que preguntaban por mi Madre—. Jamás había hablado con algún invitado de la familia Cabello—se detuvo para mirarme.

—Lo supuse —me levanté pasando las manos por mi vestido para acomodarlo—. La gente en estos pueblos pareciera no tener modales.

—Usted me agrada —asintió con una pequeña sonrisa.

—Tu también —le devolví la sonrisa—¿te puedo pedir un favor, Rafael?

—Por supuesto Señorita —respondió de inmediato.

—Cuando no esté alguien de la familia Cabello puedes tutearme. No me gustan las formalidades.

—Está bien —asintió— pero me costará un poco.

—Con que lo intentes es más que suficiente.

Camila

No podía dormir. Llevaba más de dos horas intentando conciliar el sueño pero era imposible con tantas cosas pasando por mi cabeza. El comienzo del día había sido increíble, pasar tiempo con Lauren se había vuelto mi parte favorita del día. Lo primero que había hecho al levantarme había sido buscarla y sabía que eso volvería mi rutina a partir de ahora. Su presencia me llenaba de una seguridad y tranquilidad que nadie me había logrado generar. Ella era tan transparente, tan elocuente y divertida que en el fondo de mi corazón deseaba poder ser un poco más como ella pero sabía que eso sería prácticamente imposible, no tenía permitido ser así, no en este pueblo, no con mi Madre recordándome a cada momento lo que una "Señorita" debía de hacer.

¿Cuándo sería el día en el cual pueda vivir mi vida como quiera?¿Cuándo podré vivir de verdad y no solo respirar?

Entre suspiros me levanté de la cama y me coloqué la capucha negra sobre mi camisón de dormir de color blanco, junto a las pantuflas del mismo color. Con cuidado de no hacer mucho ruido y percatándome de que nadie me viera abrí la puerta de mi habitación. Sabía que a esta hora mis padres y los empleados dormían pero una nunca sabe cuando una noche de desvelo podría aparecer para ellos.

Encendí la vela que tenía en mi habitación y un tanto a oscuras comencé a bajar las escaleras con cuidado de no hacer crujir la madera en cada pisada. No sabía muy bien hacia dónde iría pero cualquier cosa era mejor que seguir entre las sábanas sin poder dormir.

Cuando llegué al final de las escaleras pude ver que había un poco de luz detrás de la puerta que daba hacia la cocina y mi cuerpo se puso en alerta. ¿Qué hacía una empleada despierta a estas horas de la madrugada?. Mi primer instinto fue volver a mi habitación pero algo en mi interior me hacían querer atravesar esa puerta.

Mi instinto fue mucho más fuerte y con paso sigiloso me acerqué a la cocina tratando de escuchar lo que pasaba dentro.

Sin poder escuchar nada me atreví abrir la puerta. Estaba oscuro a excepción de una pequeña vela que iluminaba junto a Lauren, la cual estaba sentada sobre la mesa con una taza entre sus manos mientras balanceaba sus pies descalzos con total tranquilidad.

—Buenas noche,Camila.

COMENTEN Y VOTEN.

Nuestro lugar favorito     CAMRENWhere stories live. Discover now