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Su cansado día termino finalmente, ese día en particular era el mas pesado de la semana en su universidad, después tuvo que ir a la guardería en dónde los más pequeños se la pasaron llorando, al parecer muchos estaban ligeramente enfermos por culpa del cambio de temperaturas, y cuando la hora de salida llego no podía esperar a ir a su cama y dormir.
Aunque, se sentía diferente, su pequeño departamento se sentía solitario después de pasar aquella noche junto a el pequeño niño, él realmente anhelaba el día que se convertiría en padre pues desde siempre le gustaron los niños, sabia que gran parte de eso se debía a su animal pero no podía ignorar a aquellos traviesos pequeños.
Siempre se le hizo raro las personas que odian a los niños, es decir, podía entender que les diera rechazo cuando eran muy llorones pero en otras situaciones no lo entendía, no es que fuera una persona provida que obligaría a todos a dar a luz, por supuesto que no, él creía que todos tenían derecho a elegir que hacer, pero consideraba cruel que tuvieran hijos solamente para maltratarlos.
—Si las personas no saben criar a un niño no deberían tenerlo —susurro
Su mente comenzó a divagar mientras cenaba dado que los recuerdos de su pasado seguían ahí, no podía soltarlos tan fácilmente, su pequeño corazón dolía y su estómago se revolvió causando que dejara su plato sin terminar. Se dio una ducha y cuando llegó a la cama, lo que tanto anhelaba no sucedió, no podía dormir.
—No me hagas esto ahora cerebro
Un tanto estresado decidió que sería mejor entretenerse en su teléfono hasta que se cansará y se quedará dormido, aunque sin darse cuenta termino revisando las redes sociales de su jefa, entre ellas su Instagram, reviso cada cuenta que seguía la castaña y en un par de minutos encontró la de aquel pelinegro.
—No pública casi nada
Viendo entre aquellas fotos, se topo con post de hace un par de años, en ellas el azabache se notaba mucho menor, había comenzado a revisar todo de abajo hasta arriba, sin embargo se le había raro que el post donde habían fotos del pequeño George estuvieran posteadas sin un orden cronológico, sin mencionar que no había fotos alguna de la que sería su madre.
—¿Qué habrá pasado?
Se acomodo mejor en aquella cama con el celular sobre su rostro e intentando pensar en una razón para que no haya rastro alguno de la mujer, hasta que su cerebro reaccionó y decidió buscar en el Instagram de Ari, después de todo alguna foto en la boda de aquellos dos debería tener. Aunque con la suerte que se cargaba su teléfono comenzó a trabarse y le dio me gusta al post en dónde estaba, uno que era de hace más de un año.
—Estúpido teléfono te tiraría a la basura si no fuera porque no tengo dinero para otro— dijo frustrado —. Si le quitó el me gusta será aún más sospechoso, si dice algo le diré que me apareció por casualidad y quería ver a George de más pequeño
