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La mañana era fría pues el otoño había llegado, el pequeño niño frente a él estaba esperando por qué sus prendas fueran colocadas aunque una discusión comenzó por no querer usar el suéter que su padre le ponía

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La mañana era fría pues el otoño había llegado, el pequeño niño frente a él estaba esperando por qué sus prendas fueran colocadas aunque una discusión comenzó por no querer usar el suéter que su padre le ponía.

—George, por favor deja de pelear, hace mucho frío afuera y el suéter de dinosaurio no te va a tapar bien.

—¡Quiero el de dinosaurio! —dijo comenzando a llorar

—No grites, te vas a lastimar la garganta

Sin poder evitarlo su corazón se hizo pequeño al ver cómo las lágrimas de su niño no se detenían, suspiro antes de ver la hora en su teléfono notando lo tarde que ya era. Se apresuró en buscar un pequeño gorro para su amado hijo y volvió a hablar.

—Te propongo un trato, usas el suéter que yo te digo y te pones este gorrito de dinosaurio, ¿está bien?

Aunque dudandolo en principio al poco tiempo asintió pues ver a los diferentes dinosaurios estampados en aquella tela lo ponía feliz. Una vez aquella discusión termino, el mayor comenzó a ordenar sus cosas y rápidamente salieron de casa rezando porque no hubiera tráfico.

Sus plegarias fueron escuchadas y en menos de quince minutos llegaron a la guardería, había una chica castaña recibiendo a todos los infantes con una sonrisa pero Iván noto la ligera decepción en los ojos de su pequeño.

—¿Sucede algo George?

—Rodrigo no está —susurro con tristeza

Se aferró más al mayor que lo llevaba en brazos, Iván de sentía un tanto culpable por los comportamientos de su hijo, pues sabía que debía pasar más tiempo con él pero por ahora no podía, estaba a nada de terminar de pagar sus deudas estudiantiles, así que pronto podría pasar más tiempo con el menor.

—George, ¿cómo estás? —Saludo la fémina —. Veo que un poco triste, ¿es por Rodrigo?

Al escuchar ese nombre el menor solo asintió, realmente se había encariñado con aquel chico.

—No te preocupes, llegará más tarde lo prometo

—¿De verdad?

—Por supuesto, el siempre viene a jugar contigo ¿o no?

Con esa frase toda su actitud cambio pues era verdad, siempre jugaba con el castaño, extendió sus brazos en dirección a la mujer quien lo recibió contenta, se despidió de su padre e ingreso al lugar. El mayor no tardó más y se dispuso a ir a su consultorio, en todo el camino pequeñas dudas sobre Rodrigo llegaron pues a pesar de saber quién era no sabía cómo se veía.

—¿Y si George se encariña demasiado?

Bajo del vehículo con ese miedo en su interior pero no podía hacer mucho al respecto, debía trabajar, más tarde pensaría en como hablar con el menor. A diferencia de Iván un joven Rodrigo se acaba de despertar, ese día no iría a la universidad por lo que trabajaría a tiempo completo en la guardería, lamentablemente se había despertado tarde.

Cómo pudo se vistió y salió de casa, aunque su elección de prendas hizo que un fuerte escalofrío lo recorriera haciendo que sus orejas se erizarán por completo, se lamento por ser muy friolento y comenzó a correr, no podía llegar tarde.

—Un minuto antes —Dijo Ari con una sonrisa

—Casi me muero del frío

—Ahora imagínate cuando tengas que irte —se burló

—La concha de…

—¡Lenguaje! — grito Tomas

Perdón

Se dispuso a ver a los niños y una vez más noto como el pequeño oso estaba en una esquina mirando a todos, no hacía nada solo observaba a los demás jugar. Se acercó con una sonrisa sentándose frente a él.

—George, ¿Por qué no juegas con los demás?

—Me dan miedo —susurro

—¿Por qué te dan miedo? ¿Piensas que te van a lastimar?

El menor solo subió y bajo los hombros en señal de no saber, el ojiverde se quedó pensando y al ver cómo cierto niño rubio miraba al pelinegro lo llamo.

—Clay, ven por favor.

Cuando los dos pequeños quedaron frente a frente mirándose a los ojos y sonriendo ligeramente.

Clay él es George, George él es Clay, ambos pueden jugar juntos porque creo que quieren hacerlo ¿O me equivoco?

Un ligero sonrojo se presentó en las mejillas del rubio quien asintió tímido

—Bien, entonces a jugar

Su día era tranquilo pues amaba a los niños, aunque su mayor problema era cuando lloraban, principalmente dos pequeños que lo hacían demasiado seguido Alex y Samanta. La noche había caído y la mayoría de pequeños se habían retirado, solo quedaban unos cinco niños que no tardaban en irse.

Rodrigo —dijo George quedito —. Vas a conocer a papá

—Supongo que si, ¿quieres que lo conozca?

El chiquillo solo comenzó a reír en señal de que aquella idea le agradaba, se sentó a lado del mayor y con su pequeña manita tomo el dedo meñique del otro, esperando pacientemente por la llegada de su papá.

Un joven pelinegro había hecho acto de presencia, mirando como su hijo hablaba animadamente con un castaño, la forma en la que esos ojos verdes miraban con amor al pequeño lo conmovió aunque al estar frente a ambos solo podía pensar en la línda sonrisa que tenía.

Por su parte Rodrigo sentía que todo su cuerpo temblaba, aquel hombre era extremadamente atractivo a sus ojos  y no podía evitar ser atraído por su aroma.

—Papá, él es Rodrigo —dijo feliz —. Rodrigo el es papá.

—Mucho gustó, me llamo Iván pero me alegra conocer por fin al Rodrigo del que tanto hablaba mi pequeño.

En ningún momento dejaron de verse a los ojos y el menor simplemente sonrió, se sentía alagado de ser mencionado por el pequeño, no decían nada pero el ambiente era más que cómodo para los dos, aunque para sus compañeros de trabajo solo era curioso, después de todo no podían evitar prestar atención a algún chisme más al no tener a ningún infante cerca.

—Bien me tengo que ir, nos vemos luego Rodrigo

—Nos vemos —dijo. Se acercó al pequeño osito y acaricio su mejilla —. Pórtate bien George

Ambos pelinegros se fueron del lugar y cuando el castaño dio la vuelta solo se topo con las miradas burlonas de sus amigos.

—Deberían irse —dijo Ari —. Yo me encargo de cerrar, además Rodrigo podría hablar un poco más con su nuevo novio

—Cinco minutos hablamos nada más, ¿De que hablan?

—Rodri, se ve que se re gustan déjate de joder —soltó Tomás

—No se de qué hablas.

Intentando escapar de la situación tomo todas sus cosas y salió de ahí lo más rápido que pudo una vez más un fuerte escalofrío recorrió todo su cuerpo, se abrazo a si mismo intentando entrar en calor, estaba esperando a Tomás para irse junto pero sentir como le colocaban una chaqueta encima lo dejo sorprendido, aunque reconoció el aroma de inmediato, era Iván.

¿cómo vas a casa?

—En autobús

—Sube te llevo

Se subió al auto de color negro que estaba aparcado cerca de ambos y ni tonto ni perezoso hizo caso sentándose en la parte trasera junto a George. El pequeño estaba más que encantado de ver a Rodrigo junto a él.

—¿Por qué estás vestido así?

—Es que se me hacia tarde y no lo pensé mucho al salir de casa —explico

—Deberías cuidarte más, pero ¿me dices tu dirección?

—Por supuesto.

Ambos habían comenzado a hablar, ambos habían comenzado a juntar sus caminos y el pequeño George estaba más que feliz por ese suceso.

 Ambos habían comenzado a hablar, ambos habían comenzado a juntar sus caminos y el pequeño George estaba más que feliz por ese suceso

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el primer capítulo está terminado, ¿les gustó?, espero que si y como siempre perdón si hay errores ortográficos.

𝗣𝗮𝗽𝗮́ | 𝖱𝗈𝖽𝗋𝗂𝗏𝖺𝗇 Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang