-si -respondo secamente quitándole el lapicero de sus manos -además a ti eso no te importa.

Me paro y comienzo a alejarme pero el me sigue.

-claro que si me importa Linda -dice a mis espaldas -tu eres mi todo y no pienso tolerar que se sigan metiendo contigo, solo dime: ¿Quién fue el que lo hizo?.

«Da igual, apenas se entere que fue su amigo, no hará nada».

-dejame -le digo volteando a verlo -¡Vete!.

-esta bien -dice deteniéndose -pero ten claro que jamás me rendiré contigo.

Lo dice con tanta convicción que por momentos hace que le crea, todo este tiempo a hecho lo posible por estar para mí aunque no todas las veces pudo defenderme, si en su mayoría.

Aún así se que el no me conviene y que debo de estar lo más lejos de el posible.

Sigo mi camino en busca de Gracia, en estos días hemos entablado una preciosa amistad y ella me ha estado enseñando la biblia.

Es un libro muy precioso el cual tiene enseñanzas muy bonitas, es una pena que no las pueda guardar ya que cada vez que me encuentro con esos J5, termino saliéndome de los chiros, como en el día de hoy.

Llegó al jardín y efectivamente Gracia ya está leyendo la Biblia.

-¿Que te detuvo tanto? -me pregunta apenas me ve llegar.

-me topé con J3 -le respondo.

Ella ríe.

Yo no le hallo gracia.

-es uno de los chicos más molesto de ese grupo -contesta, -pero bueno, lo importante es que ya estás aquí ¿Recuerdas en dónde íbamos leyendo?.

-sip -respondo -en hebreos 13.

-¿De qué habla? -pregunta.

-habla de hospedar, de acordarnos de los presos entre otras cosas.

Ella sonríe plácidamente al escuchar mi respuesta.

-ojalá algún día te arrepientas y seas una gran hija de Dios.

Abro la aplicación de la biblia que tengo en mi teléfono, llegó a la lectura actual y me pongo cómoda, doy un profundo respiro antes de comenzar a leer.

Si hay algo que me trae paz, tranquilidad y me hace olvidar de todas las cosas.

Ello es la lectura de la biblia.

Horas después.

Doy un gran suspiro soltando toda la respiración al dar por terminado el examen de sociales, es un examen de vida a muerte, dijo la profesora que si lo perdíamos reprobabamos la materia.

Tomo la hoja y la guardo con sumo cuidado en el bolso para presentarla a la profesora que salió.

A pesar de que ella no está, nadie se atreve a hacer copia ya que hay cámaras por todo el salón.

Saco mi teléfono y comienzo a jugar en el tranquilamente porque ya he terminado, el haber estudiado anoche fue de gran ayuda.

Lo siento por los demás compañeros que están que se quiebran la cabeza pensando en las respuestas que yo ya sé.

La puerta del salón se abre.

Levanto mi mirada para ver a la profesora, pero no es ella, son unos chicos del grado 11.

Que estén aquí, considerando que este es el grado 10 ya es raro, pero que se dirijan hacia mi pupitre es aún más raro y preocupante.

Son tres chicos en total, se paran frente a mi y me miran fijamente.

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