Parte 2 |37|

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Luego de ducharme y ponerme algo cómodo, bajé y me senté en la mesa del comedor, junto a papá. Estaba comiendo tranquilamente, sosteniendo el tenedor con su mano derecha, y su teléfono en la izquierda. Deslizaba la pantalla con su pulgar.

—La comida se ve deliciosa — comenté, ignorando el hecho de que había otro plato justo en frente suyo. Como para que la persona faltante no quedara a mi lado, ni me viese a los ojos directamente.

Él me miró de reojo, y continuó en lo suyo, dándome a entender que no me respondería, porque aún seguía enojado.

No pensaba disculparme por querer marcharme. Además, no estaba dentro de los planes.

A los pocos segundos, apareció Paul. Llevaba unos jeans oscuros y una camiseta sin mangas de color blanco, que dejaba ver sus brazos fuertes.

Me puse un poco nervioso, y en mi intento por mantener la compostura, dejé caer unos granos de arroz de mi boca, lo que me llevó a limpiarlos apresuradamente.

—Hola, buenos días —saludó, rompiendo el silencio que nos había envuelto.

Me enderecé y le brindé una sonrisa.

—Buenos días —respondí.

—Son las doce —nos dijo de una manera cortante, mostrándonos el reloj en su mano derecha. Justo acababa de marcar esa hora.

Ambos carraspeamos, entendiendo el mensaje, y nos concentramos en comer.

La atmosfera se volvió tensa. Mis ojos recorrían los platos, pero en realidad, estaba más concentrado en encontrar una forma de romper el hielo.

Justo cuando el silencio se volvía más pesado, sonó el timbre. Vi la oportunidad perfecta para escapar.

—¡Voy yo! — exclamé, levantándome con calma.

Giré el pomo de la puerta y la abrí con entusiasmo, fingiendo no saber quién estaba al otro lado.

—Hola Math, ¿Qué tal?

—¡Hola! Todo bien.

—No me avisaste que vendrías.

—Lo siento, es que no...

—No vino a verte a ti —Paul me interrumpió, poniéndoseme delante. Su hombro chocó con el mío y estuve a punto de perder el equilibrio, pero logré mantenerme firme.

—Aquí estás —le dijo entre risas.

—Pensé que llegarías más tarde.

—Es que estaba aburrido en casa.

Me quedé en la puerta, observando cómo la conversación fluía de manera natural entre ellos.

—¿Quieres subir?

—Claro, vamos.

Paul volvió a chocar conmigo, entonces yo lo miré molesto y me preparé para encararlo. Debía aprovechar que papá estaba observando la escena.

—¿A dónde van?

—A mi habitación —respondió con un simple encogimientos de hombros.

—Solo vamos a jugar unos videojuegos —me explicó Matthew, adoptando un tono divertido.

—Está bien, voy con ustedes.

—No —me detuvo, colocando una mano en mi pecho con una firmeza que me tomó por sorpresa. Luego, le dio paso a Matthew para que avanzara y subiera las escaleras antes que yo.

—¿Tienes algún problema?

—Eso mismo me pregunto. ¿En qué momento te hemos invitado?

—No tienes por qué hablarme así —respondí con mis dientes apretados, apartándole su mano de mi pecho con un movimiento brusco.

Cuando te dé un beso © ✔ (1 y 2) EN AMAZONWhere stories live. Discover now