Capítulo 1: EL CALLEJÓN

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Era una noche oscura y nublosa en la ciudad de Lima. Las calles se veían desoladas, lúgubres y la acera brillaba por los charcos que había dejado la lluvia hace unas horas.

Una chica se encontraba caminando por la calle. Era alta y esbelta, con una capucha negra que le cubría hasta las rodillas, así como un top negro escotado, pantalones vaqueros rasgados y unas botas de cuero altas. Además, llevaba un collar plateado con un rubí rojo que le colgaba del cuello reposando sobre sus pechos. 

Al otro lado de la calle, una pandilla pasaba riéndose y comentando sobre la última fechoría que había realizado, de pronto, uno de ellos se dio cuenta de la chica que pasaba al otro lado de la calle.

—Miren —señaló Juan, uno de los matones, caracterizado por un mechón rosado en su cabello.

—Se ve fácil —comentó Esteban, el líder del grupo, un chico alto y musculoso, con algunas heridas en todo su cuerpo—. Vamos.

La pandilla se dirigió rápidamente hacia la chica. Ella pareció darse cuenta y se metió apresuradamente a un callejón. Mala idea. El grupo rió, habiendo vivido desde su nacimiento en ese barrio, sabían bien que aquel callejón no tenía salida del otro lado. Pronto la chica se dio cuenta de ello y se detuvo en seco frente al muro de dos metros que la bloqueaba. Al cabo de un segundo escuchó la carcajada de Esteban, y se volvió a los matones acercándose a ella.

—Si no te resistes, esto acabará muy rápido —dijo Esteban con una sonrisa de oreja a oreja; parecía la de un demonio.

—Solo danos todo lo que tienes —comentó Carlos, el más gordo de la pandilla, y quien babeaba por la forma tan sexy que vestía la chica—. Si quieres algo más, puedo ser de ayuda, hermosura.

La chica emitió un gruñido.

—¿Eres nueva? —dijo Esteban caminando hacia ella—. ¿Cuál es tu nombre?

—Valeria —gruñó ella, y alzó la vista hacia él, mostrando sus ojos que destellaban un intenso brillo rojo—. Y juro que será lo único que sabrás de mí.

El grupo dio un salto hacia atrás.

—¿Qué mierda es eso? —gritó Juan exaltado.

Esteban permaneció observando a la chica por un momento. Esos ojos rojos, los colmillos y la piel pálida eran claras señales de lo que eran. El grupo estaba frente a una vampira. Una mezcla de sensaciones se apropió de su cuerpo, miedo y admiración. Por un lado, nunca consideró realmente encontrarse con una vampira, pero allí estaba. No obstante, su mirada lo desconcertaba. Sus ojos eran casi llorosos y sus labios temblaban ligeramente. Esteban sonrió, había visto esa mirada varias veces en sus víctimas cuando suplicaban. El miedo fue reemplazado por picardía y Esteban empezó a acercarse a la chica.

—No vas a matarme, no tienes la cara de una asesina —sacó un cuchillo—. Yo sí, y te mataré. No me importa lo que seas.

Los ojos de Valeria volvieron a ser castaños y sus colmillos se ocultaron detrás de sus labios. Jamás había presenciado tal reacción de un humano cuando veían su lado vampiro, pero este humano aparentaba no tener mayor humanidad de la que ella tan desesperadamente trataba de aferrarse.

—¿Qué sucede, vampirita? ¿Tienes miedo? —sonrió Esteban balanceando el cuchillo juguetonamente.

De pronto, una papa golpeó su cabeza y él se tambaleó hacia un costado. El grupo de matones se alertó y vio en la dirección de dónde había venido el disparo. Valeria hizo lo mismo, su corazón pareció tranquilizarse mientras observaba a su salvador, quien se encontraba en la entrada del pasillo.

BENNY WILLIAMS: VAMPIROS EN LIMA - [COMPLETA]Where stories live. Discover now