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A Jennie le dolía la cabeza de llevar tanto tiempo discutiendo con su madre.

—Mamá, por favor. Necesito que me ayudes, mi padre ha estado cometiendo acciones asquerosas y no solo en mi contra, también contra ti. Por favor, no puedes dejarte manipular.

—No, no, no ¡Y no!. El no ha hecho nada, el s−solo quiere que te cures pero esa niña te tiene corrompida.—la mujer reprochó, le habían lavado el cerebro.

—¡¿Siquiera escuchas lo que estás diciendo?! ¡Mi papá te pegó! ¡Manipuló! ¡Te hizo cosas impensables! ¿Cómo eres capaz de defenderlo?.

—¡Por que así son los hombres!, ¡El solo cumple el trabajo que Dios le mandó! ¡Y yo el mío!.

Jennie apretó los puños con frustración, sintiendo una mezcla de enojo y tristeza. Miró a su madre con ojos llenos de incredulidad, incapaz de comprender cómo alguien a quien amaba y admiraba podía tener una perspectiva tan distorsionada de la realidad.

—Mamá, no puedo creer que estés diciendo eso. ¿Realmente crees que Dios quiere que los hombres lastimen y abusen de sus seres queridos? ¿Cómo puedes justificar la violencia y el sufrimiento que hemos vivido?

La madre de Jennie bajó la mirada, aparentemente insegura. —No entiendes, Jennie. El Reverendo Kim nos ha guiado por el camino correcto, él sabe lo que es mejor para nosotros.

Jennie sacudió la cabeza con tristeza. —No puedo creer que estés tan cegada por su influencia. Mamá, mereces una vida mejor, una en la que no tengas que vivir con miedo y dolor.

La mujer pareció luchar internamente con sus emociones, sus ojos vidriosos reflejaban un conflicto interno. —No sé si pueda, Jennie. ¿Y si el Reverendo Kim tiene razón? ¿Y si estoy condenando mi alma al no seguir sus enseñanzas?

Jennie se acercó a su madre y tomó sus manos suavemente. —Mamá, escucha. No estoy tratando de alejarte de tu fe, solo quiero que veas la verdad. No somos objetos para ser manipulados y abusados. Somos seres humanos con derechos y dignidad. Dios no quiere que suframos, y el amor no debería doler.

La madre de Jennie se estremeció, pareciendo luchar contra las dudas que habían sido sembradas en su mente. —¿Qué debo hacer, Jennie?

—Primero, debemos buscar ayuda. Un consejero, alguien neutral que pueda ayudarnos a ver las cosas desde una perspectiva objetiva. Necesitamos salir de este ciclo de abuso y manipulación.

La mujer asintió con lentitud, como si estuviera comenzando a despertar de un sueño. —Está bien, Jennie. Haré lo que sea necesario para cambiar nuestra situación. Ya es hora de que dejemos de vivir con miedo.

Jennie la abrazó con fuerza, sintiendo una mezcla de alivio y esperanza. —Estoy aquí para ti, mamá. No importa lo difícil que sea, superaremos esto juntas.

Sabía a la perfección que su madre debía estar harta de los abusos de su padre.

—Mamá, necesito que por favor tu des un testimonio. Mi papá debe pagar todo lo que hizo y tras eso clausuren ese sitio donde hacen terapias de conversión.

—Está bien hija, te voy a ayudar.



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Take me to church -JenlisaWhere stories live. Discover now