XI

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La travesía de Evaly

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La travesía de Evaly


Al ascender por los peldaños, Evaly alcanzó la inmensa abertura de piedra erosionada en forma de aro en la que es posible divisar la marca indeleble del tiempo, y así dio con el panorama del valle extendiendose ante ella, cuando cruzó el umbral dando un paso hacia adelante, una brisa gélida, portadora del aroma salado del mar cercano mezclado con la podredumbre, la envuelvió, tuvo que proteger su antorcha para que el fuego no se extinguiera. 

Cuando volvió a mirar al frente, se detuvo un momento apreciando más allá, entre la neblina, donde los lamentos y alaridos distantes se oyen provocando tal inquietud que su piel se erizó y desencadenó un escalofrío serpenteando por su espalda. Después miró a lo alto, y en los cielos, fue testigo de como solo la oscuridad insondable cubre el valle como un manto negro extendido a lo largo y ancho.

Solía imaginar vagamente cómo lucía el valle cónico más allá de lo poco que había conocido antes de llegar al castillo cruzando el Umbral de la Armonia. Rajika, entre sus enseñanzas, prodigaba descripciones feroces de las horrendas penurias que las almas atrapadas sufrían en medio de sus lamentos inagotables. Mas, una cosa era escuchar historias a voces sobre este lugar, y otra, muy distinta, experimentarlo con sus propios sentidos.

Inhaló profundamente, inflando su pecho, exhalando cuando se sintió preparada para avanzar. Caminó apenas divisando sus pasos entre la negrura del suelo, siempre alerta por las monstruosas rocas que se alzaban en poses amenazantes. Su sentido espacial permanecía despierto, anclándose en la incesante melodía del mar, a su izquierda, como una guía que le recordaba dónde quedaba el norte.

De cuando en cuando, vislumbraba sombras o siluetas, sin precisar si eran seres o meros reflejos de su imaginación. Y, siguiendo las advertencias de VeLabán, siguió su sendero sin entrometerse con nadie. La pestilencia crecía conforme se aproximaba a un arroyo de donde fluían gemidos al unísono con la corriente. Al llegar se detuvo, contemplando a las almas agolpadas, hundidas en aguas oscuras y putrefactas, contorsionándose entre sí en un macabro baile, sus cuerpos desnudos arrojando súplicas entrecortadas y exhaustas.

—No te reconozco como a uno que en vida infringió su ira sobre sus semejantes,  —Una voz se alzó entre ellos, arrastrándose hasta la orilla sin poder liberarse de su castigo. —¿Has extraviado tu sendero?

—Me dirijo hacia el norte, donde las luces brillan en el firmamento.

—Falta mucho para alcanzarlas. Te aconsejo retornar por donde viniste, pues si persistes, perderás toda orientación y quedarás atrapada entre los que aquí sufrimos. Y te prevengo, horrores más desgarradores aguardan más adelante.

Desoyendo las advertencias, Evaly buscó con su mirada alguna forma de cruzar el caudal pero su vista estaba limitada a la poca luz que recibía, entonces alzó su antorcha y la apuntó hacia el rio, los atormentados buscaron alejarse chillando mientras trataban de proteger sus ojos de la intensa luz.

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⏰ Última actualización: Jan 04 ⏰

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