Capítulo 2

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Harry estaba tan frustrado. Su Navidad había sido un asco, y lo único que quería era cambiar los horrendos pantalones que recibió de regalo.

–He estado formado en la fila por más de hora y media, por favor –le dijo a la muchacha que lo estaba atendiendo.

–Lo siento, pero sin un recibo de regalo solo te puedo ofrecer créditos en la tienda –respondió ella con una sonrisa.

–Gracias pero no quiero crédito de la tienda, no quiero regresar jamás a esta tienda. –Pasó su mano tatuada con frustración por su rostro mientras trataba de mostrar una mueca de sonrisa.

–Tenemos cosas realmente hermosas. ¿Has probado nuestros skinny jeans? –preguntó con el mismo tono amable.

–Disculpa –gritó una voz aguda, voz que salió de un chico de cabello caramelo con un flequillo pomposo. Él estaba formado detrás de Harry en aquella larga fila y el alto tipo lleno de tatuajes no hacía más que retrasarlo–. Príncipe Wiliam, algunos tenemos que trabajar.

Harry se giró sobre sus talones, y observó hacia abajo para ver a Louis de pies a cabeza.

–Es William–le corrigió la pronunciación. Hizo el ademán de girarse para hablar con la muchacha nuevamente, pero aquella mirada zafiro arrogante le hizo seguir hablando–. Espera, ¿por qué piensas que no tengo empleo?

–Estás en un centro comercial, en jueves, devolviendo pantalones de soccer –apuntó mientras comía una galleta con relleno de chocolate.

–Para tu información, son caquis –replicó tomando la caja con sus pantalones–. Muchas personas con empleo usan pantalones caquis.

–Te refieres a que usan caquis si no les importa –dijo con indiferencia mientras caminada y se colocaba a su lado del mostrador. Lo empujó hacia un lado y colocó su bolsa–. Buenas tardes, vengo a hacer un cambio rápido –remarcó la última palabra sin sutileza.

–¡Oye!

–No venían con recibo, solo con la suposición de que estaría solo por siempre y que aparentemente comería hasta tener el tamaño de un enorme leñador –dijo mostrando la amplia cintura de los pantalones a la chica de cabellos rubios que les atendía.

–Le atinaron –susurró Harry con burla.

–¿Sabes qué? –Louis lo miró y Harry le correspondió, sin borrar la sonrisa burlona de sus labios–. Mi navidad de por sí apestó, así que puedes ir a atinarle a otro lado.

–Iré a hablar con mi supervisor.

Ambos se quedaron en silencio con las prendas que iban a cambiar en las manos.

–Disculpa. –Una chica picó el hombro de Harry para llamar su atención— Te daré cuarenta por los caquis y un cupón de pretzels de dos por uno.

–Estos son ochenta dólares en pantalones, olvídalo –dijo volteando a ver hacia el frente. Louis le miró con expresión incrédula mientras comía otra galleta–. Oye,si te sirve de consuelo. Pasé mi navidad en un feo suéter navideño, bebiendo cócteles en una habitación con personas que creo que eran una secta.

Louis rodó los ojos y terminó de tragar su galleta, se lamió los labios y habló.

–Ya vi tu feo suéter navideño y eso no es nada. Estuve en la mesa de los niños como simpre, mi hermanita se compromeió y vi a un Santa Claus de centro comercial haciéndole sexo oral a mi tío Zee –dijo esto último con desagrado.

Harry se aclaró la garganta y elevó las cejas.

–Esa es una imagen festiva.

–Grabada en mi cerebro como un horrible tatuaje.

HOLIDATE (l.s)Where stories live. Discover now