El estridente sonido de truenos, los bruscos relámpagos, el silbido del viento, todo la transportaba de nuevo a aquella fatídica noche en la que perdió a las dos personas más importantes de su vida. Cuando también ella había estado a punto de morir. Jadeó al volver a sentir el dolor en su cuerpo, los temblores y el miedo. Su respiración se volvió rápida, entrecortada, a la vez que todo a su alrededor comenzó a desvanecerse, poco a poco, al igual que lo había hecho en esa oportunidad.

—Estoy bien, es solo un recuerdo —balbuceó para sí misma en un intento por salir del estado de pánico en el que se encontraba.

Pese a que nunca había vuelto allí, conocía bien la zona, por lo que sabía que, si seguía avanzando, se toparía con el lugar donde había aterrizado luego de salir despedida del auto a causa del imprevisto tornado. Si bien estaba demasiado oscuro para que pudiera divisarlo desde su posición actual, lo recordaba con asombroso detalle.

Tomando una respiración profunda, dejó salir el aire despacio, permitiéndose atravesar las caóticas emociones que la embargaron de repente. No intentó luchar contra ellas. Era inútil hacerlo, lo sabía bien. No tenía control alguno sobre estas y nada de lo que hiciera haría que se fueran. Al contrario, solo conseguiría aumentar el miedo y la desesperación. Sin dejar de respirar de forma lenta y pausada, se repitió una y otra vez que estaba a salvo.

Era increíble cómo un recuerdo o pensamiento podía disparar las alarmas del sistema nervioso en un abrir y cerrar de ojos. Cómo, de inmediato, este comenzaba a segregar sustancias en el torrente sanguíneo para darle al cuerpo la fuerza y energía necesarias para llevar a cabo el enfrentamiento o la huida. Muy útil por cierto si uno se encontraba frente a una amenaza real. Eso podría marcar la diferencia entre la vida y la muerte. Sin embargo, una mierda cuando sucedía sin que hubiese ningún peligro presente.

Poco a poco, sintió que su respiración se normalizaba y volvía a ser capaz de tomar el aire que necesitaba. Seguía inquieta y tensa, pero al menos ya no se encontraba en ese estado de completa alerta que no le permitía pensar con claridad. Ignorando el leve temblor de sus manos, desenroscó la tapa de la botella y se terminó el contenido de un trago. Sentía la garganta seca. Inspiró profundo una vez más y exhaló, procurando aflojar los músculos de la espalda y cuello. Necesitaba serenarse para poder ponerse en movimiento.

En cuanto estuvo segura de que recuperaba el equilibrio, abrió la puerta y salió de la casa rodante. Si había llegado hasta allí, no se detendría ahora. Hacía mucho que esperaba una chance de comprobar el origen de las misteriosas tormentas. No dejaría que el trauma vivido la alejara de su objetivo. De inmediato, el viento le susurró una advertencia, un aviso de peligro inminente, al mismo tiempo que la lluvia le acariciaba el rostro, dándole la bienvenida. Un mensaje bastante contradictorio, por cierto. "Por favor andate", le decía por un lado y a la vez le imploraba que se quedara.

Entumecida, comenzó a caminar hacia la ruta. Las copas de los árboles se sacudían en todas direcciones debido al temporal que cada vez era más y más fuerte. Apenas podía ver lo que estaba delante de ella, el camino iluminado de forma intermitente por los continuos y violentos rayos que rasgaban el firmamento. Aun así, continuó avanzando. Necesitaba saber si lo que había visto antes de desvanecerse fue tan solo una alucinación influenciada por las creencias de su madre o en verdad se trataba de un ángel caído. Y más importante todavía, si había sido él quien provocó la tormenta que mató a sus padres.

De pronto, una voz masculina, profunda y serena, la alcanzó desde la distancia. El tono grave y armónico reverberó en su columna como si de una corriente eléctrica se tratase. Todas sus células reaccionaron en respuesta, gritándole que se acercara un poco más, que fuera hacia él. No obstante, sabía que no debía. Algo le decía que tuviera cuidado y buscara refugio. La amenaza a su alrededor se hizo más palpable que nunca y aunque no tenía idea de por qué, había aprendido a no ignorar a su intuición.

Su ángel caídoWhere stories live. Discover now