Extra: Final alternativo II.

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El viento me remueve el cabello y la noche es fría. El camino esta oscuro, solo alumbrado por pocas luces. Enrosco mis manos a su cintura sosteniéndome con fuerza a él cuando acelera aumentando la velocidad.

Una hora más tarde nos detenemos en una gasolinera totalmente desolada. Me bajo y él hace lo mismo llenando el tanque de gasolina. Me retiro el casco cuando él lo hace y siento la extraña necesidad de detallar su rostro.

Desde sus labios más rojos que nunca por el frio, sus cejas pobladas, su cabello rubio despeinado por el casco y sus ojos verde esmeralda. Me descubre en plena tarea y chasquea los dedos frente a mi rostro.

—¿Soy igual a uno que conoces o qué?

—Te me pareces a un chico que conocí una vez, se llama Matteo. Un total idiota.

—Uf, menos mal no soy él.

Me hace reír y cuando vuelve a poner la manguera de gasolina en su lugar se sienta en la moto y me jala pegándome a él.

—¿Y que eran tú y ese tal Matteo? ¿Estas soltera, casada, viuda, es complicado...?

—Pues, por ahora estoy muy embarazada y comprometida con ese idiota, aunque aún no me ha dado un anillo.

—Según lo que me dices, es un total idiota —rueda los ojos—. Déjalo y cásate conmigo. Yo si prometo darte un anillo. Un placer, soy Ahmed.

No me aguanto y acabo por reírmele en la cara.

—¿Y ese nombre?

—Vamos a África, es un nombre africano, es mi nuevo nombre, así dice mi pasaporte.

—Bueno, pues un placer Ahmed, yo soy Makena.

—¿Y bien? ¿Te casas conmigo y dejas ya a ese idiota con el que pretendías casarte?

—Uhm —finjo estar pensando—. Lo voy a pensar...

Dejo que pasen unos segundos y se impacienta esperando respuesta.

—Creo que sí.

—¿Crees? Eso es un no sé, di sí o no.

—¡Si!

Ubica una mano en mi nuca y me pega a él besándome. Nuestros labios se mueven al compás como dos fichas que encajan a la perfección. Rodeo su cuello con mis brazos acercándolo más a mí y el ubica su mano libre en mi cintura. Con lentitud la mueve hasta mi vientre bajo y la deja ahí incluso cuando dejamos de besarnos.

Pega su frente a la mía y las palabras que dice me aceleran los latidos:

—Te amo.

Susurra rozando mis labios. El paso de aire se me corta unos segundos y entonces echa la cabeza hacia atrás tratando de ver mi expresión.

—Yo también te amo, mucho.

Intenta volver a hablar y antes de que salte con una estupidez lo pego a mis labios de vuelta, pero no nos movemos, solo siento sus labios sobre los míos. Me aparto y empiezo a dejar tontos besos pequeños por toda su cara.

—Ve lo que haces, ya me has vuelto una idiota cursi. —Digo con un gruñido de frustración.

Y creo que por primera vez desde que empezó este desastre, escucho una carcajada genuina y honesta salir de él.

—Entonces vámonos antes de que empieces a soltar frases asquerosamente melosas.

Se pone el casco de nuevo y hago lo mismo. Enciende la moto y tras subirnos volvemos a la carretera que ya no está tan vacía, se ven pocas casas que dejamos atrás, otra gasolinera, un hospital y un pequeño lugar de comida. Deben ser como las dos o tres de la madrugada, y casi todo está cerrado.

Mío.Where stories live. Discover now