Capítulo 24.

6.1K 441 233
                                    


Distruzione.

Eros.

La veo dormir plácidamente en mi cama, como una autentica diosa, como una autentica tentación.

Me gustaría decir que pasamos la noche juntos, pero tristemente no. Le dije que se quedara en mi habitación y que yo dormiría en la de huéspedes. Aunque no resistí, no resistí tenerla tan cerca y tan vulnerable dormida en mi cama.

Su cuerpo esta solo cubierto con un diminuto pijama de seda, un diminuto vestido de seda que deja expuestas sus piernas perfectas y ese gran trasero.

El fantasma de mi padre aún me persigue cómo una incesante voz que me pide hacer daño, hacer daño a mi hermana y por más que quiera a Aitara, por más que la desee, ella será el primer paso para hacerla sufrir.

La pelirroja se remueve en la cama y la tela del pequeño pijama sube aún más enviado sensaciones placenteras por mi cuerpo y engordándome la polla en segundos.

Me siento en el lado vacío de la cama y la punta de mis dedos se deslizan con delicadeza sobre sus muslos. Luego mi mano ejerce mayor fuerza sobre ellos. Me acuesto a su lado y esparzo besos por su cuello.

Me alejo un poco cuando se remueve.

—¿Qué haces aquí?

Esa tormenta seductora de un azul intenso recae sobre mí.

—Solo quería asegurarme de que estés bien.

—Pues ya ves que lo estoy, puedes volver a donde estabas.

Se gira dándome la espalda. La sensación de querer atarla y usarla a mi gusto como siempre he querido se realza aún más al tenerla tan vulnerable, sé que es astuta y luego de su visita a Italia está más letal, Ethan ya me lo dijo, pero eso no evita que mis instintos me dominen.

—Aitara —ubico mi mano en su cintura pegándola a mí y recibo un jadeo de sorpresa como respuesta—. ¿Me vas a decir que jamás te he atraído? ¿De ninguna forma?

—Eros, no quieres hacer esto, suéltame. Además, yo tengo novio.

—Sí, un novio que no está aquí ahora.

Se gira quedando de frente a mí y sus ojos viajan a mis labios.

—No estoy segura de esto.

—Yo sí.

Ubico mi mano en su cuello y pego su boca a la mía, lo que más me sorprende es el hecho de que a los pocos segundos me responda el beso. Lo hace con la misma intensidad que sale de mi parte.

Giro en la cama quedando sobre ella y sus piernas se abren para mi dándome la cercanía que quiero.

Enreda sus dedos en mi cabello y abre paso a mi lengua en su boca, mis manos se deslizan a sus nalgas apretándolas y dejándola sentir la erección que la hace jadear contra mi boca.

Deslizo mi mano hasta su entrepierna y el mínimo toque la hace apartarse de mí. Respira agitada y ubica sus manos en mis omoplatos apartándome de ella.

—Lo siento, yo... no debí venir aquí.

Sale de la habitación, respiro profundo luchando por contenerme, aun la necesitamos viva y no puedo violarla y matarla luego. Y si la dejo viva eso sería cavar mi tumba.

Bajo tras ella y la encuentro en la cocina, está apoyada en el mesón tomando un vaso de agua. Siente mi presencia y me acerco más a ella, queda acorralada entre el mesón y yo.

—¿Qué es lo que te impide estar conmigo?

—Te deseo, pero no te quiero, Eros. Quiero a mi novio.

Mío.Where stories live. Discover now