° Veintiocho °

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—Ah, me siento como la mierda —se quejó Camille, cubriéndose con su frazada la cara.

—Eso te pasa por beber mucho —le dije, probando la sopa que le estaba preparando.

Yo no me sentía tan mal como mi mejor amiga, claro que cuando desperté esta mañana tenía un dolor de cabeza de los cojones, pero con un calmante se me pasó, pero no tuvo el mismo efecto en Camille.

Es que eso de haber bebido mucho le iba a pasar factura tarde o temprano, fue más temprano de lo que creí.

—Sí, no me lo repitas otra vez —pidió desde su lugar bajo la frazada.

Desde la cocina escuché los toques particulares en nuestra puerta. Solo una persona en nuestras vidas tocaba así.

—¡Pasa! —grité.

—¡Joder, no grites que vas a hacer que mi cabeza estalle! —reclamó mi mejor amiga, luego le siguió un gruñido por haber gritado.

El sonido de la puerta abriéndose y cerrándose resonó por nuestra pequeño apartamento, por ella se apareció Billy, iba en sus clásicos vaqueros desgastados junto con una camisa azul oscuro que le regaló Camille para su cumpleaños a finales de febrero.

—¡Buenos días, mis chicas! —exclamó alegremente.

Desde que empezó a salir con Camille, Billy cambió bastante hasta el punto de que varios de sus amigos ni siquiera lo reconocían. Billy Duncan era el tipo más frío y reservado que te podías imaginar, toparse con él era como estar frente al iceberg que inundó el Titanic, y eso no se te apetecía. Desde que empezó a salir con mi amiga, su actitud lentamente fue cambiando, supongo que solo necesitaba a alguien con quién hablar sus problemas, alguien con quién liberar la presión, y esa persona fue su novia.

Ahora, esta es la nueva versión de Billy a la que todos nos cae mejor. Eso es lo que la persona correcta hace en tu vida. Tú no cambias por ella, mejoras por ti para estar con ella.

—¡Cállate, que mi cabeza va a explotar! —le espetó su novia aún desde abajo de su frazada.

Billy frunció el ceño.

—¿Qué? —miró el bulto en nuestro sofá—. ¿Bebió?

Me reí mientas servía en un tazón la sopa para mí mejor amiga.

—Anoche salimos a una fiesta de su facultad —su cara de «¿Qué?» se convirtió en una de «¡¿Qué?!» Billy sabía que Cami y yo no éramos mucho de fiestas—. Tranquilo, nada malo pasó.

—¡Claro que sí! —exclamó Camille.

—Bueno, sí, algo malo pasó —fui hasta mi amiga—. Ella se la pasó bebiendo como pirata en altamar y ahora tiene una horrible resaca y dolor estomacal, eso es todo —concluí dejando la sopa en la mesita de café.

Billy suspiró con alivio, poniendo su mano en su pecho.

—Creí que algo malo en serio había pasado, cómo que casi las violentan o que, no sé, Camille haya intentado decirle al DJ que pusiera una de sus baladas románticas colombianas. 

—Hubo suerte, nada de eso pasó.

Mi mejor amiga se quitó la frazada de encima para darle una mirada asesina a Billy. Se sentó y lo señaló amenazante.

—Nunca juzgues mis baladas románticas colombianas, Duncan. Son una parte importante de mi lado familiar latino. Nunca más lo hagas.

Él alzó ambas manos antes de dejarle un beso en la sien.

—Está bien, no lo hago si tú no me llamas más por mi apellido, Rada.

Ella lo miró con reproche, aunque al final suspiró y dijo por lo bajo:

Solo Me Importas Tú [Loved #2] ✅Où les histoires vivent. Découvrez maintenant