CAPÍTULO 3

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Oliver está preparando un par de hamburguesas para cenar, hoy no pasamos a casa de mamá directamente ya que estábamos muy agotados, la cafetería está muy ajetreada últimamente y eso me deja super agotada, Oliver por su parte trabaja en un taller de carros y gana dinero haciendo pequeñas peleas en boxeo, su entrenador lo ha llevado a varios rings y torneos, en dónde más de una vez ha ganado premios y grandes reconocimientos. Cuando ingresamos a la universidad se volvió conocido porque un grupo de chicos habían escuchado de él, de cómo es boxeador y ha ganado varías batallas en el ring, en consecuencia muchas chicas ahora ven a mi hermano como un premio mayor, que por cierto, hay ciertos chicos que le tienen cierto odio por eso.

Yo trabajo en el café con mi tía desde hace muchísimo tiempo, incluso antes de ser mayor de edad, hacía pequeños trabajos para comprarme cosas o hacerle regalos a mi familia en fechas especiales con mi propio esfuerzo, también llevar flores a las tumbas de las personas que ya no están presentes, así que visitó constantemente a mi papá y le digo todo lo que me pasa, es agradable sentir que él me escucha.

Justo ahora, estoy en la sala de mi casa, sentada en una banca frente a la mesa. Observo el envoltorio color verde agua y lazo color negro, lo destape y había una cajita blanca con pequeños detalles de tacitas de café alrededor de ella. No es la primera vez que esto sucede, de hecho, pasa constantemente.

Si mi hermano tiene fama en la universidad, yo también la tengo. Me conocen por ser—a según muchos de ellos—una sexy y hermosa mesera. Muchas personas pasan al café, eso no es sorpresa, pero la mayoría de ellos vienen a verme a mí, conversan conmigo, unos parecen más acosadores que otros, otros me regalan cosas, otros intentan tocarme el culo... Vaya vida la mía.

Mi hermano sale de su habitación con una toalla encima del cuello, acaba de terminar su rutina de ejercicio igual que yo, aunque ya salí del baño hace mucho rato. Conduce a la cocina y abre la nevera, saca una jarra de jugo y sirve dos vasos de jugo.

Coloca uno de los vasos en mi frente haciendo que salga de mi trance.

—Te arrugaras rápido si sigues con esa cara y observando todo como si en cualquier momento fueras a crear un agujero negro y tragarte el país —chasqueo la lengua y tomo el vaso, le doy un sorbo y lo coloco en el porta vasos. Mi hermano quita el lazo negro y se sienta a mi lado izquierdo—, ¿quien te lo ha dado?

—Un chico —solté y mi hermano levantó las cejas—. Dejó el regalo a manos de Emilia y se marchó dejando en la mesa altos billetes para ser una simple propina.

—Entonces te da miedo abrir el regalo —mi hermano me dice y asiento. Él se enrolla la cinta negra en su dedo índice y se lo quita, repite esta acción un montón de veces—. No veo el porqué. Si fuera una bomba ya hubiese explotado... eso creo.

Ruedo los ojos y suspiro.

—Solo pensaba en que no me gustan mucho estás cosas.

—¿A qué te refieres? —cuestiona mi hermano.

—Esto de recibir regalos, no soy ninguna persona famosa, tampoco pretendo serlo —replico y lo observo—, en cambio tú, si puedes ser famoso y recibir regalos de cuántos millones de fans tengas.

—Oh, me halagas hermanita —Oliver pincha la caja con el dedo índice y sonríe—. La abriré yo, ¿preparada por si es una bomba en dónde los dos moriremos de una de las maneras más estúpidas posibles y capaz salgamos en un capítulo de 1000 maneras de morir?

Lo miro de reojo por reverenda estupidez y él todavía está esperando la respuesta. Pongo los ojos en blanco.

—Hazlo de una vez.

—Bueno.

Oliver pone las dos manos en cada lado de la tapa, levanta poco a poco creando una tensión en el aire y sobre todo en mi. En cuestión de segundos mi hermano pega un grito que hace que yo de un brinco, hijo de...

Corazón roto (Libro 1) #Corazones en juegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora