Cap 20.

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P.o.v Omnisciente:



– ahora debo disculparme con las dos. —Eita miró con preocupación hacia donde se fueron las chicas— iré primero con Akane, esperen...—el chico no logró terminar de hablar, ya que la silueta de su mejor amigo pasó corriendo al lado suyo, sorprendiendolo.



Akito se dirigió con prisa hacia donde se había ido Ruri...

Eita y Kamota se habían quedado allí sin entender mucho...

Pero Eita se hacia una idea...



* vaya...sospechaba de ellos dos, pero no pensé que fuera verdad...* —Eita suspiró, sonriendo.


En cambio, por otro lado...

Yamada no sabía bien el por qué estaba corriendo, su cuerpo se movía por sí solo...


*...ella...estaba llorando...¿por que?...* —el chico estaba tan confundido, pero aún así siguió su camino para encontrar a la rubia de ojos azules.



En los pasillos de la escuela se escuchaban los pasos de Ruri corriendo, el sonido se oía entre todas las voces y risas de los que visitaban el festival...

Y Tsubaki la vió pasar, sorprendiendose al verla llorando...



– ¿Ruri-san?... —Tsubaki no podía entender las lágrimas de la rubia, quien había pasado de largo corriendo hacia la azotea de la escuela.

– ¡Tsubaki-san! —la voz de Yamada la tomó por sorpresa, volteó a verlo, y Yamada se acercaba a ella con la respiración un poco agitada.— Ruri...¿por donde se fue?...

– ...hacia...la azotea... —respondió ella, confundida por la actitud preocupada del chico.— pero, ¿que pa-...  —ella iba a preguntar pero el no la dejó, pasó de largo apresurado hacia en donde le indicó Tsubaki, dejándola con la palabra en la boca.


Por otro lado, Ruri había llegado a la azotea, recargandose en el tejido que estaba como seguro para evitar que alguien cayera al vacío...

Estaba sentada en la piso, secando sus lágrimas...



– soy tan tonta, ¿por qué estoy llorando?, ¿es que acaso es lo único que se hacer?. —se reprochaba ella a si misma, enfadada— *¡controlalo!* —frunció el ceño con enfado, intentando que las lagrimas dejen de caer, mientras respiraba lentamente para calmarse.



Entonces, la puerta  que llevaba a la azotea se abrió de nuevo, y el sonido la alertó.

Miró hacia la puerta, encontrándose con un agitado Yamada, y un poco sudado...

Este se mostraba más aliviado de haberla encontrado, pero aún estaba confundido por sus actos tan impropios de él...


– Ruri... —el chico, tomando un poco de aire, se encaminó hacia ella.



Ruri ya no tenía donde escapar, así te ocultó su rostro, dándole la espalda a Yamada...

Yamada llegó hasta ella, y se sentó al lado, recargandose por el tejido, suspirando...


– ¿estas bien?... —pregunta el, después del largo silencio.

– ¿de que hablas?, ¡claro que lo estoy! —ella intentó sonar alegre, pero su voz se quebraba, había dejado de llorar pero aguantar el llanto le hizo crecer un nudo en la garganta, que impedía impedía que hablara correctamente.

– ¿entonces por que llorabas?... —Yamada ladeó la cabeza, mirándola.

– ¿llorar?, ¡claro que no!...yo...no lo se...

En Línea...||Akito Yamada||Onde histórias criam vida. Descubra agora