prófugos

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 CIERTO PELINEGRO OBERVABA  desde lo lejos como Gojo Satoru se paralelizaba por unos instantes frente a una tienda de animales, como si se olvidara de sus alrededores en un segundo ante la existencia de un gato blanco y unas tortugas en un acuario, incluso, a Megumi le pareció que la respiración de aquel hombre se cortaba, ahogándose en su pecho, lleno de angustia y desesperación.

Sin embargo, y como si de magia se tratara, esa expresión tan agonizante se desvaneció en cuestión de segundos cuando su nombre fue llamado con un grito.

—¡Gojo-sensei, mire esto! —Eran los entusiasmados Itadori y Nobara, llenos de una energía que el pelinegro no poseía tan temprano esos calurosos días de verano.

A pesar de aquello, Megumi no podía evitar el alivio que sintió ese momento, puesto que, esa misma energía volátil e incluso abrumadora, era lo único que muchas veces sacaba a Gojo del frío estupor que lo embriagaba en momentos llenos de nostalgia y el anhelo de un ser querido, que al parecer ya no iba a volver. Aunque sea por un momento, en su mayoría forzado y falso, Gojo Satoru se animaba a sonreír, incapaz de mostrar debilidad ante nadie.

Que sentimiento más agridulce sin duda alguna.

—¡Mis adorables alumnos! ¿Es eso todo lo que van a llevar? —contestó con interés Gojo, dejándose llevar un parloteo de palabras innecesarias y energéticas que no tenían ningún sentido, pero que Nobara e Itadori escuchaban atentos de cualquier forma.

Megumi suspiró con fastidio, mas no se atrevió a decir palabra por miedo de interrumpir la grata atmósfera entre ellos, y como una pequeña piedad con Gojo, quien aún llenaba de preocupación a Fushiguro, porque desde que volvió, algo se había roto dentro de aquel hombre, y no podía encontrar la causa e intentar ayudarle.

Recordaba vívidamente el día en que Gojo Satoru volvió, se lo encontró en la Escuela de Hechicería, como si solo se hubiese tomado un paseo o unas vacaciones por unas cuantas semanas, desde su posición, congelado ante la sorpresa, Megumi sintió como miles de emociones le revolvían las entrañas, en un principio fue la sorpresa que le arrebató el aliento, luego, una alegría inmensa le sacudió el corazón, sin embargo, tras ello, en una cuestión de segundos, vino la ira que le hirvió la sangre y le nubló la conciencia.

Finalmente, y como si de un balde de agua fría se tratase, sintió el desconcierto, porque, el más fuerte, Satoru Gojo, estaba empapado de sangre, de pies a cabeza, temblando de una ira que no se comparaba en lo más mínimo a la que sintió instantes atrás, demasiado absorbido en sus pensamientos como para notar su presencia.

La apariencia de Gojo tenía evidentes irregularidades, más allá del carmín que manchaba sus ropas, estaba en una de sus manos un collar de color azul zafiro, que se encontraba intacto a pesar de la mano sangrienta en la que se encontraba, apretujado, en un agarre por lo menos decir, posesivo.

Por otro lado, en su mano derecha estaba un teléfono que tenia al lado de su oreja, y del cual Megumi solo podía escuchar un murmullo inentendible, pero la voz de Gojo se escuchaba fuerte y llena de una indiferencia peligrosa, que logró darle escalofríos al pobre muchacho.

—... ¿Qué no está ahí? —

Afortunadamente, Megumi Fushiguro no era capaz de ver el rostro de Gojo, puesto que, este le daba la espalda, porque las facciones del hombre de piel pálida se tornaron irreconocibles, en una mueca de frustración cubierta de enojo. Increíblemente, ello no era lo más espeluznante, no, lo más terrorífico eran sus ojos azules, brillantes y monstruosos.

—Debió de despertarse asustada y por eso se fue, debe estar cerca, no pudieron llevársela— Inesperadamente, ahora la voz de Gojo era más amable y juguetona, a pesar de que en ningún momento su postura se relajó.

Obsessed| yandere!gojo x ocWhere stories live. Discover now