Capítulo XXXI: Manos

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"No quiero

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"No quiero... no quiero que te pierdas."

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Nora no lo había golpeado.

Al menos, no esa vez. (Lo había golpeado, repetidas veces, casi matándolo, pero no esa vez).

Nora estaba ahí adentro, escondida detrás de los ojos negros y la oscuridad. No estaba perdida, sólo necesitaba que la encontraran. Alguien debía encontrarla.

No era nuevo que Nora se escondiera tras una fachada cruel. Ella quería aparentar ser mala todo el tiempo; como si los demás no le importaran, como si nada le afectara. Pero él sabía que no era la verdad. 

Lo supo cuando encontraron ese venado herido en el bosque y vio una lágrima caer por su mejilla. Lo supo cada vez que había consolado a Rachel. Lo supo cuando no quiso revelar sus nuevas habilidades para no perjudicar a los demás. Lo supo cuando ella lo abrazó luego de haber matado a ese científico. Lo supo cuando hizo todo lo posible por no darle ese último y fatal puñetazo en la nariz.

Nora Grayson no era mala. Eso era imposible. 

Pero alguien tenía que encontrarla. Sacarla de la oscuridad. 

Deseó poder usar sus poderes, poder ayudarla. Convertirse en el Tigre, sin embargo, no parecía una buena idea. No hasta que supiera que podía controlarlo. Necesitaba algo más pequeño, más ágil y escurridizo para poder pasar desapercibido. Un felino de 100kg de pelaje verde fluorescente no fuese la insignia del sigilo.

Sus ojos se abrieron. Retomó la consciencia.

Se miró las patas; pequeñas. Se volteó; tenía cola. Era... era una nutria. ¡Era una nutria!

Cuando decía ágil y escurridizo pensaba en ago más parecido a una serpiente, pero eso servía también. Como solía decir el Jefe: "El cerebro humano trabaja de formas misteriosas". Ese era uno de sus casos.

Dejó de admirar su logro y se concentró en su misión. Salió de entre sus prendas de ropa y corrió entre los vidrios y pedazos de porcelana hasta unas botas de cuero negro conocidas. 

Miró hacia arriba. No podía ver su cara, pero si sus puños colgando a los lados de su cuerpo. Sus dedos temblaban; sus nudillos debían doler, no se veían nada bien (eso significaba que él no debía verse mejor, y así se sentía).  Su mano se abría y cerraba, palpitando, como si estuviera intentando moverse en contra de su propia voluntad.

Porque eso hacía. Nora veía el mundo desde una pantalla dentro de su cabeza. No podía moverse, hablar o hacer lo que quería a menos que Trigon decidiera cambiar de canal. Era frustrante; el sentimiento de impotencia la carcomía. Había matado a Gar, y no podría salvar al resto de sus amigos o a su hermano.

Sentía que su mano ardía de dolor. Sus nudillos estaban manchados de sangre; un poco de la suya y un poco de la de él. En condiciones normales, eso la hubiese hecho estremecerse, pero en ese momento la única leve reacción que consiguió fue un movimiento de su mano. Un leve espasmo.

Rugidos Sordos [Gar Logan]Where stories live. Discover now