Capítulo 31.

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Daniel

-Si, con la inscripción en plata -afirmo mirando al dependiente de la joyería.

-Bien, deme diez minutos y lo tendré listo -contesta con una sonrisa-. ¿Estás seguro de que puedes pagar esto?

-Sí, estoy bastante seguro -digo tornando los ojos-. ¿Cuánto es? -pregunto sacando la tarjeta de crédito.

-287,90€, si es tan amable -sonríe-. Puede esperar ahí mientras se lo grabamos.

Asiento en silencio y, después de pagar, me siento en una de las butacas que me señala. He decidido hacerle un regalo a Lorena porque en las relaciones hay que ser detallista y, además, hoy no ha tenido un buen día en clase, así que confío en que esta pequeña sorpresa le suba un poco el ánimo.

Cuando he salido del instituto la he llamado para ver qué tal estaba y saber si su madre le había echado mucha bronca. Al parecer Maite ha dejado un correr lo que ha pasado y no le ha dado demasiada importancia porque dice que Lore no es de meterse en líos; que si ha reaccionado así ha sido porque han dicho o hecho algo que le ha tocado mucho las narices.

Decido consultar mis redes sociales y contestar algunos mensajes de fans mientras espero, hasta que me veo interrumpido por una llamada entrante.

-Cariño -sonrío al descolgar-. ¿Qué pasa?

-Nada, ¿qué estás haciendo? -ríe mi novia al otro lado de la línea-. Mi madre se ha ido con mis hermanos a la clase de baile de Miguel y me aburro.

-Estoy en el Mercadona, mi madre necesitaba que le comprarse algunas cosas -miento de buen humor-. ¿Paso a buscarte cuando vuelva y vamos a dar una vuelta?

-Perfecto -la noto sonreír-. Te veo luego. Te quiero.

Sonrío en respuesta y cuelgo la llamada para volver a concentrarme en mis redes.

-Daniel Oviedo, su encargo está listo -me informa el dependiente con una sonrisa.

Al acercarme a él, me muestra una pequeña caja de terciopelo azul que abre en seguida. Sonrío al ver un sencillo y precioso colgante de plata y diamante que luce una chapa en la que está grabado el número 23 y la letra D.

-¿Está bien así?

-Está perfecta -sonrío cogiendo la caja y guardándomela en el bolsillo-. Muchísimas gracias.

Lorena

Mi madre no le ha dado importancia al hecho de que me hayan expulsado una semana del instituto, es más, cuando le he contado lo que ha pasado se ha reído. Me encanta tener una madre así. Lucas se ha puesto muchísimo más pesada que ella, no os lo podéis imaginar. Hay veces que parece mi padre.

He hablado con mi madre también de la posibilidad de apuntarme a las clases particulares y a los viajes de los gemelos y, como era de esperar, se ha negado rotundamente. Dice que si fuese hija única no le importaría, pero que teniendo tres hermanos pequeños y teniendo ella que acompañar a los gemelos a todos lados, es imposible que vaya yo también. Tengo que encargarme de mis hermanos cuando ella falte en casa. También dice que Lucía y Miriam tampoco podrán unirse a sus clases en carretera, así que al menos tendré compañía cuando no estén los chicos en el pueblo.

Me pierdo en mis pensamientos un buen rato, hasta que el timbre suena y me levanto del sofá con una amplia sonrisa.

-Buenas tardes -sonríe mi novio cuando le abro.

-Hola -susurro antes de besar sus labios con necesidad-. Has tardado -me quejo contra su boca.

-Ya sabes cómo es mi madre cuando se trata de supermercados -ríe antes de darme un pico-. ¿Nos vamos?

-¿No prefieres quedarte? -pregunto bajando mis besos por su cuello.

Se separa de mí soltando una carcajada y niega con la cabeza divertido, consiguiendo que le mire extrañada.

-Venga, vamos, que tengo una sorpresa -dice cogiéndome de la mano y tirando de mí hacia fuera-. ¿Vamos a la plaza?

Asiento con una sonrisa y caminamos hacia allí de buen humor, entre risas y comentarios relacionados con lo que ha ocurrido hoy en clase. Creo que todo Mairena se ha enterado del incidente porque, bueno, Daniel Oviedo está en boca de todo el mundo y las peleas por aquí no suelen pasar desapercibidas.

Nos sentamos en el césped de la plaza, y durante horas tonteamos, nos reímos y nos besamos sin parar.

-Mira, tengo algo para ti -sonríe después de que le dé un beso.

Le miro interrogante y, del bolsillo de su chaqueta vaquera, saca una pequeña caja de terciopelo. Me lo tiende y lo cojo con cuidado, sin dejar de mirarle con interés.

-Va, ábrelo -ordena riendo.

Nada más obedecerle, observo un colgante de plata y diamantes precioso. Sin poder evitarlo, me llevo una mano a la boca y le miro sorprendida.

-¡Daniel! ¡Es precioso! -exclamo tirándome a abrazarle, causando sus risas-. ¿Por qué este regalo?

-Porque te quiero -susurra dándome un beso-. Y porque te mereces eso y más.

-Te quiero muchísimo -susurro besándole de nuevo-. Pónmelo, corre -ordeno emocionada.

Suelta una carcajada y en seguida me hace caso, para dejar un beso en mi nuca después.

-Te queda perfecto -murmura contra mi hombro.

Sonrío y me doy la vuelta para sentarme a horcajadas sobre su regazo y besarle con ganas.

-¡¿Daniel Oviedo?!

Siempre Tú [RESUBIDA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora