Capítulo 2

3.1K 335 41
                                    

¡Hola! Porfis lean la nota al final del capítulo.


Vanessa

Cuando Jassiel murió me costó demasiado salir a las calles sin recordarlo en cada paso que daba. Recuerdo que ni siquiera me atreví a ir a su funeral de lo mal que me sentía porque la culpa y arrepentimiento no me dejaban en paz.

La primera vez que me animé a dar un paseo sola ocurrió a los seis meses de su muerte y debo admitir que fue liberador ya que mis tristezas se fueron drenando conforme avanzaba por aquel parque. De hecho, hasta mi tía Rebecca me recomendó hacer ejercicios para despejar un poco mi mente.

Hoy me pasa casi lo mismo.

Creí que sería fácil abandonar el hotel y caminar por las calles parisinas, pero lo cierto es que me está costando demasiado y más cuando ya me he topado con diez embarazadas en lo que va del camino al restaurante pues Diego optó por llevarme a desayunar primero antes de iniciar el turismo por la ciudad que siempre quise visitar.

Es como si el destino estuviese burlándose en mi cara al mostrarme a esas hermosas mujeres con sus vientres redondos mientras el mío fue tan débil al momento de tener un embrión en su interior.

Mientras mis botas aplastan la cubierta de nieve blanca no puedo evitar sentir que algunas piezas de mi corazón se van rompiendo y que aquellos pensamientos dañinos vuelven para atormentarme.

Estoy haciendo un enorme esfuerzo por no dejar que mis emociones de duelo se reflejen en mis facciones ya que, ¿quién en su sano juicio estaría triste en Paris? Es obvio que nadie. Pero, si soy honesta, estoy fallando en ocultarme.

Me detengo a media banqueta y eso capta la atención de mi hermano.

—¿Qué sucede, princesa? ¿Ya te cansaste?

Niego ante lo último antes de soltar un suspiro tembloroso. El pecho me duele, es como si tuviese encima un elefante que solo me aplasta.

—No me siento cómoda caminando por las calles de este lugar, Die.

—¿Por qué?

—Me estoy esforzando mucho por no reflejar mi tristeza —confieso, mi labio inferior temblando y mi expresión decayendo—, pero ya no puedo.

—¿Y para qué te esfuerzas en reflejar algo que no sientes, princesa?

—Las personas pensarán que estoy loca por estar triste en una ciudad tan hermosa.

—Las personas pueden chuparse el rabo —responde de inmediato—. Tú eres libre de poner la expresión que desees cuando desees y donde desees. No te obligues a sonreír si no lo sientes, Ness. Estás en todo tu derecho de mostrarte triste si así lo quieres.

—Se siente incorrecto...

—Incorrecto es lo que estás haciéndote —me regaña, pero su voz no suena enojada, sino preocupada. Diego se acerca a mí para abrazarme. Escondo mi rostro en medio de su duro tórax y rodeó su cintura con mis brazos—. Permítete sentir, princesa. Aquí nadie va a juzgarte y si alguien se atreve a señalarte no vive para retractarse.

La amenaza implícita en su voz me hace sentirme segura cuando debería provocarme lo contrario porque no deseo meterlo en problemas. Aun así, le agradezco con un beso en la mejilla cuando me aparto de él.

—¿Entonces tengo permitido caminar con expresión triste?

—Lo tienes, princesa. —Diego acuna mi rostro con su mano izquierda y acaricia mi cachete con su pulgar. Sus hermosos ojos ámbar mirándome con tanto amor que mi nariz arde avisando que se viene el llanto—. Otro de los pasos para superar un duelo de tu tipo es que comprendas lo que pasó y no lo niegues, princesa. Después, si sientes tristeza o añoranza, exprésalo, pero no te reprimas. No es fácil recuperarte de un aborto, y por ello debes trabajar en tu duelo, en aprender a perdonarte y en volver a reconectar con tu cuerpo.

La nena del guitarristaWo Geschichten leben. Entdecke jetzt