Capítulo XI

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Deshaciéndome de la Bestia en la cena, lo siguiente será ahuyentar al supuesto joven príncipe con tendencia a meterse en sueños ajenos. Veamos qué tanto maneja ahí sus emociones. En cuanto triunfan las ganas de dormir esa ilusión se presenta. 

–Qué alegría volver a verte, estimada Bella, aunque ¡qué angustia me produce tu hostilidad! Soy capaz de comprender que tendré que ser infeliz durante un largo tiempo. –Se apresuró a ponerse de rodillas recargando su cabeza en mi regazo. 

–Ni estimada ni Bella, ¡te he dicho que soy Shayla! Deja de derramar lágrimas sobre mí, es patético. –Empujo sus hombros haciéndolo retroceder. 

–Dime entonces Shayla ¿cuál es la razón de este comportamiento? ¿te he ofendido? A pesar de las advertencias dadas, cerraste tu corazón a ver más allá de una apariencia. Cuán paciente necesito ser. –Como Bestia apacible y como sueño empalagoso, siempre molesto. 

–La paciencia de todo el mundo no va a bastarte, deja de intentar ganar mi corazón con este engaño, muestra tu verdadero carácter en vez de mantener una falsa dualidad. –Ojalá con esto se olvide de seguir perturbando mi descanso. 

Toda la escena se fue desvaneciendo, segundos después desperté lentamente, el techo de madera cubriendo la cama fue lo primero reflejado en mis ojos, estos mismos recorrieron el lugar buscando a alguien. 

Acostado en un pequeño sofá a dos metros de distancia estaba Gérard, qué cómodo luce para estar trabajando. Me le acerco levantando un pie descalzo con el cual lo muevo de un lado a otro para despertarlo. 

–¡Póngase de pie y vaya a cambiarse en otro lado! –Le ordeno en tono militar. 

–Sí señora. –Se levanta rápido provocándose un pequeño mareo, al recuperarse sale del cuarto. 

Uso ropa parecida a la del día anterior, el peinado es el mismo, conforme termino de arreglarme solo puedo pensar si es que pronto sabré dónde se puede tomar un baño en este lugar, ¿será posible en ese canal adornado de naranjos? En los sueños pude ver diferentes paisajes, unos tenían fuentes, pero dudo sentirme cómoda bañándome en una. Tocan la puerta interrumpiendo mi conversación interna. 

–Señorita Shayla ¿está lista? –De nuevo Gérard, quién otro sería además de él. 

–Empiezo a creer que lo traje más como compañía que como escolta. –Abro la puerta dirigiendo mis pasos a los jardines del palacio.– De permanecer aquí sola estaría volviéndome loca poco a poco. 

–Tenía claro que vendría para hacer ambas cosas cuando intentó hacerme sentir lástima con su solitario viaje ¿recuerda? –Cierta mueca burlona aparece en sus labios.– Aunque habría tenido compañía aun sin este servidor. 

–¿Habla de Bestia? ¿podría llamarse compañía?, solo aparece en las noches cruzando dos o tres palabras sin revelar su verdadero propósito. Es apenas un poco de contacto, aun siendo de esa forma, me desagrada ese poco tiempo con él. Sus visitas en sueños fingiendo ser un joven desconocido han tenido el mismo efecto.

–Señorita Shayla, ¿está diciendo que le es más agradable pasar tiempo conmigo? –Usa un tono picaresco. 

–Basta de burlarse, mire por allá, un bello jardín con esa preciosa fuente adornándolo. Había expresado curiosidad sobre los sueños, tienen estos paisajes exactos. 

–Significa, incluso en sueños recorre el palacio, es curioso. ¿Por qué no le mostrará otros sitios? Ciudades, océanos, montañas, ese tipo de vistas. 

–Quizá se deba a que nunca fue muy lejos de este palacio, incluso de haberlo hecho cuando joven. A estas alturas viviendo completamente recluido, debió olvidarlo. 

–Tan triste, pero ni sabiéndolo la señorita cede en prestar su corazón. 

–Siga con eso y yo misma lo entregaré a usted para ver cómo él disfruta despedazándolo. 

–Me callo. –Hace el gesto de poner un cierre en su boca. 

–Bien, regresemos adentro. 

.

En su camino de vuelta Bella se encontró con un cuarto aun sin explorar, entró junto a su compañero, ambos quedaron impresionados al ver el lugar repleto de diferentes avecillas, mayor fue la sorpresa cuando se percataron de que los loros hablaban. Todos se acercaban a aquella señorita con la intención de mostrarle afecto, los loros incluían halagos, la atención fue tan grande hasta verse cubierta de plumas. Sir Gérard como en ocasiones pasadas, le expresó abiertamente  bromas sobre la situación. 

Bella mantuvo la paciencia al tratarse de animales indefensos, aunque muy insistentes para su gusto, expresó el deseo de volver a sus aposentos y limpiarse o de ser posible encontrar un cuarto de baño. Cuál fue su sorpresa al abrir la puerta, viendo del otro lado su habitación con una tina llena de agua lo suficientemente caliente para soportarla. Le solicitó a nuestro caballero salir, obteniendo libertad de bañarse a gusto. 

Cuando Bella terminó un par de monos hicieron presencia queriendo ayudarla a arreglarse, esa joven no recordaba la existencia de tales animales en el castillo de la Bestia, le fue imposible hacer memoria sobre si eran solo eso o tenían otro papel en la historia. Lo que comprendía en el momento era que la estaban fastidiando, en su desesperación gritó y pataleó ahuyentándolos a todos del dormitorio. 

El ajetreado día debía ser terminado con la cena junto a la Bestia, sin embargo, Bella decidió que él podía prescindir de su presencia por esa ocasión, pues se encontraba cansada. Pensando que ningún inconveniente se suscitaría por ello, en cuanto llegó el momento se dio cuenta de su error.   

–¿Puedes informar la razón de la falta de tu persona en la mesa? –Se escuchó un gruñido tras la puerta

–Por supuesto, me dio pereza ir. –Respondió irrespetuosamente la joven. 

–¡Pereza! ¡Sal del cuarto señorita! –Esas líneas son para un padre en vez de un pretendiente. 

–¿O qué, entrarás por la fuerza? Hubo animales acosándome todo el día, lárgate. Te veré mañana por la noche. 

–Incluso tienes la insolencia de hablarme a mí con tales formas. 

–Oféndete todo lo que quieras, mientras sea lejos de este cuarto. ¡Ya vuelve por donde viniste! 

–Espero verte en el comedor mañana, de no ser así ese acompañante que pareces apreciar será ejecutado. 

Las furiosas pisadas de la Bestia se fueron escuchando cada vez más lejos hasta desaparecer. –Finalmente comienza a mostrar su verdadero rostro, ya qué, cederé un poco, no puedo dejar morir a mi fiel guardaespaldas así de fácil. Además, sería problemático contárselo a Maxine–, con pensamientos crueles y egoístas Bella se quedó dormida.

Me convertiré en la villana de esta historiaWhere stories live. Discover now