|Capítulo 19: Examen de Admisión, parte II|

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»Segundo: están bajo mi total responsabilidad —continuó—. Si alguno siente la necesidad de abandonar la unidad en cualquier momento, deben comunicarse conmigo o, en su defecto, con el oficial Dhaval, mi segundo al mando. Entiendan esto y grábenlo en sus mentes: nunca deben irse por su cuenta o serán suspendidos de su cargo y reportados como desertores ante el Leier. ¿Está claro?

—¡Sí, señor! —respondieron al unísono.

—Tercero... —Retomó el jefe Suna, caminando de un lado a otro mientras impartía las últimas instrucciones—, las guardias se conforman por un máximo de seis soldados. Cada uno de ustedes tendrá un área específica que vigilar, pero si en algún momento sienten que no pueden cumplir con su responsabilidad, deben informarlo de inmediato. No abandonen su puesto ni soliciten que los cubran, ya que eso conllevará una sanción y un registro negativo en su expediente, o incluso podrían enfrentar una suspensión. Eviten llegar a esa situación y, en cambio, comuníquense con su superior inmediato.

»Cuarto: sus habilidades y poderes están permitidos, siempre y cuando no pongan en riesgo su propia integridad física ni la de sus compañeros. Evitemos pérdidas significativas e innecesarias en el campo de batalla —prosiguió con una seriedad palpable—. Quinto: para recibir sanación, deben acudir a los desers especializados en el área de Medicina Mágica. Los reconocerán por las vendas esmeraldas que portan en sus brazos izquierdos. Ellos son expertos en su área y los ayudarán en caso de heridas o lesiones. Queda estrictamente prohibido que intenten realizar curaciones por su cuenta, ¿entendido?

—¡Sí, señor! —manifestaron los recién ascendidos.

Suna sonrió con amplitud, complacido con la disciplina y la atención que mostraban los jóvenes.

—¿Alguna otra pregunta? —preguntó, abriendo la oportunidad para aclarar cualquier duda.

Arona, con las mejillas sonrojadas, levantó la mano con dilación y timidez.

—¿Cómo nos asearemos? —inquirió, sintiendo que todas las miradas se dirigían hacia ella.

Suna soltó una pequeña risa nerviosa y se rascó la cabeza.

—Hay un riachuelo cercano, una ramificación del río Han, donde obtenemos agua para asearnos. Deben llevar una cubeta y buscar un lugar seguro dentro del perímetro para realizar su higiene personal. No obstante, las mujeres... —Apuntó un pequeño cubículo de ecolith fortificado que llamó la atención de todos—, ustedes tendrán un espacio reservado allí. Por cierto, está prohibido bañarse dentro del río. El agua está purificada y se utiliza para beber.

Después de las instrucciones iniciales, el jefe Suna procedió a detallar las diferentes funciones y responsabilidades que tendrían dentro de la unidad.

Explicó que no todos desempeñarían las mismas tareas y que estas podrían variar en función de las necesidades estratégicas y las habilidades individuales de cada uno. Además, resaltó la importancia de los entrenamientos tanto físicos como mentales para fortalecer su preparación.

Les indicó que los desers se ubicarían en la primera línea de contención. Por otro lado, los kedus tendrían la responsabilidad de custodiar el perímetro y asegurarse de que el Ha permaneciera oculto y seguro.

También presentó al segundo al mando de la unidad, que llevaba el nombre de División Veintidós-dos.

Los ascendidos dedujeron que estaban en el área geográfica correspondiente a ese nombre.

—Dhaval es mi mano derecha en esta división —anunció Suna, señalando al hombre de cabellos rubios y ojos ámbar que dio un paso al frente, realizando un saludo militar. Continuó—: Aunque estarán bajo mi supervisión, no podré estar con ustedes todo el tiempo, por lo que él me representará. No obstante, estaré vigilándolos de cerca.

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