Carta para Alastor

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Y aún así, esa realización no pudo borrar esa sonrisa que se había convertido en mi constante obsesión.

Me vi en la obligación de tomar medidas mas drásticas, aun si suplicabas, aun si pedías piedad de tu alma. Luego de saber la perdida de dos bastardos y llegar al extremo de marcarte como a un objeto más. Me detuve.

Y eso fue un error, porque te dí la oportunidad perfecta para escapar. Aun sin poderes y no había lugar en el Infierno en el que pudieras esconderte.

Te felicito, aun si esta carta no llega a tus manos. Fuiste inteligente y lograste evadir a mis ojos, aprovechaste los puntos ciegos y no podia sentirte. En mi desesperación y acorde a mi papel de esposo preocupado, puse precio a quien me diera indicios de tu paradero.

El secuestro de la perra del rey estaba en todos los canales de noticias y periódicos. Aun si las condiciones climaticas en el Infierno eran desfavorables a propósito para que no pudieras avanzar.

No importaba mas que tenerte de vuelta, aun si eso le costaba la cabeza la cabeza a tres chivos expiatorios. Porque, asi cómo había inventado el secuestro y puesto un precio a cualquier información que pudieran darme, también tenia que asegurarme de eximirme de mis propias culpas.

Vox, Velvet y Valentino. Las tres V, en especial el primero, con quien ya habías tenido roces y disputas por territorio. Pero al final no fue necesario.

Una pecadora bajita y de vestimentas viejas, me dijo donde encontrarte y que una de las Overlords te tenía escondido.

Parecía preocupada, rechazó mi recompensa. ¿Porque lo hizo? No lo sabía. Pero fui a buscarte, grande fue mi sorpresa al verte de nuevo. Ahora entendía porque esa rubia estaba yan asustada.

Estabas en la espera de un bastardo mío.

Trate de hacer las cosas bien, esperaba un descuido tuyo. Pero intentaste escapar otra vez, no contuve mi irá y para cuando recobré el sentido. Eras solo peso muerto en el suelo, aunque tu alma seguía ahí.

Te lleve de vuelta al palacio, me aseguré de traer al mejor medico que el anillo de la pereza podia ofrecer, aumenté las guardias, limite a la servidumbre que te atendía y amenacé a aquellos mas debiles. No podia permitirte tener un poco de control sobre algún ingenuo de nuevo, todo bajo la supuesta paranoia de que alguien activamente quería matarte.

En algún punto me sentí un poco culpable, llevarte regalos era lo único que podia calmar ese sentimiento. Que no duro mucho en mis sistemas, mucho menos cuando comenzaste a comportarte mas sumiso. A este punto estaba confundido, pero algo me quedaba claro.

Estabas planeando algo.

Lo confirme luego de firmar esa sucesión de poder, fue poco a poco. Y luego nombrar heredero universal al bebé, bien. Jugaste bien tus cartas, ahora jugaría las mias. Empezando por arrebatarte lo unico que te queda en este pozo de horrores. El pequeño bastardo que estabas gestando, luego de nacer sería entregado a uno de mis socios.

Yo mismo me encargaría de proveerle la educación y los medios necesarios, moldear a un digno gobernante del infierno. Pero tú no debias saber eso. Tú solo te dejarías caer en el vacío profundo de la depresión, rogando para acabar con la miseria que tu alma cargaba.

Purgando a los empleados del palacio me dí cuenta que uno llevaba una carta, la overlord que te habia ayudado. También encontró la forma de pasar por mi guardia, una orden y esa hierba mala fue cortada de raiz. Y luego la hierba comenzó a morir, desde los diablillos y perros del infierno amigos de esa diablilla que te siguió a todos lados.

¿Ophelié no?, me dió gusto verte tan animado. Solo para descubrir que te habia descubierto. Mis ordenes eran claras, debían llevarte a los calabozos. Podia encargarme de tí personalmente, pero tenía cosas mas importantes que hacer.

Como atender la cumbre en pereza y es que la purga se había adelantado, asi que mande a cambiar las cortinas por unas mas pesadas y gruesas. Cerrar bien puertas y ventanas, apagar las luces. El protocolo de todos los años, el plan inicial era discutir en la cumbre y quedarme con los demas overlords.

Tenía un mal presentimiento, así que en un repentino cambio de planes, ordené conducir al palacio. Nadie cuestionó nada y aunque lo hicieran debía mostrar preocupación por tu estado y debía llevarte conmigo.

Creí que te encontraría en los calabozos, grande fue mi sorpresa al verte calles antes del palacio. Estabas escapando, intenté detenerte. Fuiste mas rapido, me golpeaste directo a la cara y con un par de trucos de salón, desapareciste de mí vista.

Supongo que ya lo sabías...

Lo que sucedió es mi constante pesadilla.

Si tan solo me hubiera encargado yo mismo de la situación, no hubieras escapado y probablemente ahora estarías aquí conmigo.

Pero la realidad es diferente...

Te encontré... Pero ya no estabas, no como quería que estuvieras.

El peso de mis acciones llegó con tanta fuerza que juraría haber caido del cielo de nuevo, ya no veo el sentido de hablarle a una lápida con tu nombre inscrito. Abrumado por los recuerdos, tomé la decisión de escribir esta carta como una especie de descargo de culpa. Pero lo unico que a hecho es hacer que te extrañe mucho más.

No puedo cambiar lo sucedido, Alastor, mucho menos regresar el tiempo e impedir que el orgullo guiará mis acciones.

Hoy eh ido a visitar tus restos, tú lapida tan hermosamente devorada por tus rosas. Las ramas firmemente pegadas al marmol. Me quede unos minutos observándola, había tomado la decisión de que tus restos descansarán en el jardin por el que trabajaste tanto. Una hermosa fuente de tí mismo se cernía sobre la lapida.

"Alastor The Radio Demon"
"Peter S.R"

Y simplemente me rompí, al ver el nombre del pequeño que esperabas con ansias. Y que el capitán y su pareja decidieron nombrar, inscrito en la lápida, se fué contigo, jamas me tomé la molestia de preguntarte como llamarías al bebé. Pero por los estudios que te hice tomar, sabíamos que era un varón.

Recuerdo que en un acto inconsciente, lleve una mano a la cadena de oro en mi cuello. Mis dedos acariciaron el anillo de matrimonio que jamás me viste puesto después de nuestra boda.

El peso de mis actos seran mi final, a pasado tiempo y se que debo dejarte ir, aceptar que ya no volverás y que de nada sirve esperarte. Aún si reproduzco tus transmisiones de radio, llenando inconscientemente el vacío palacio con tu voz.

No puedo seguir aferrado al recuerdo, así como tampoco puedo arrepentirme, solo esperaré pacientemente mí condena eterna en soledad.

—Lucifer Morningstar—


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•Notas del autor al que van a linchar y bien merecido lo tiene:

•40/40 hemos llegado al final, y como el mismo Lucifer. No puedo arrepentirme de lo que eh escrito.

Atte: Mr. Radio Demon

Cartas a LuciferWhere stories live. Discover now