EXTRAS de Debilidad

EXTRA 6: Uno más

Busqué un bolso grande para guardar todo lo necesario tanto lo mío como lo de mis hijos y salí de la habitación. Abajo estaban Pablo y Cleo riendo juntos. Lo que me sorprendió fue que no estaba Marco con ellos.

—¿Y Marco? —les pregunté.

—¡Qué bueno está este chocolate! —salió Marco de la cocina gritando con una barra de chocolate en la mano. Abrí los ojos como platos al verle.

—¡Marco! Deja eso ahora mismo, te vas a manchar entero —fui hasta él y le quité el chocolate. Mi hijo seguía sonriendo lamiéndose los labios llenos de ese dulce.

—Papá me ha dejado, mami —Marco señaló a su padre. Miré a Pablo un poco seria y él estaba mirando hacia otro lado disimulando.

—Amor, no te enfades, el niño tenía hambre —Pablo me sonrió como un angelito acercándose a abrazarme.

—Será mejor que nos vayamos ya, ¿tenéis todo? —les pregunté a mis hijos, ellos asintieron con una sonrisa. Marco se seguía chupando los dedos y Cleo estaba dando vueltas como una princesa mirando su vestido. Eran de lo que no hay.

•••

En cuanto la puerta de la casa de Ferran y Sira se abrió vimos a Pedri allí.

—Siempre tarde —rodó los ojos cansado.

—Ya habíamos avisado —le contestó Pablo entrando.

—¡Tío Pepi! —gritó mi hijo abalanzándose a los brazos de Pedri. Todos reímos al escuchar como le llamaba.

—Nunca me arrepentiré de haberles enseñado ese nombre a mis hijos —sonrió Pablo orgulloso.

Se acercó también Sira a recibirnos pero lo primero que hizo fue coger a mi hija en brazos y darle besos por toda la mejilla.

—¡Ayuda! —se quejó Cleo.

—No se si debería sentarme mal que saludéis a mis hijos antes que a mí —dije cerrando la puerta.

—¿Tú también quieres besitos Jess? —Sira se acercó a mi a darme besos en la mejilla también haciéndome reír.

—Venga, Marco y Cleo una carrera a la piscina. Quien llegue antes gana —les dijo Ansu. El moreno iba sin camiseta solo en bañador y estaba todo empapado al igual que Ferran. Seguro que acaban de salir de la piscina. Mis hijos le siguieron corriendo a Ansu hasta la piscina.

—¿Dónde está Leire? —pregunté buscándola.

—Está fuera tomando el sol, dice que se encuentra un poco mal —me respondió Sira.

—Ahora voy a verla —le dije y fui hasta una habitación para dejar las cosas que llevaba encima y quitarme el vestido dejándome solo el bikini rojo puesto.

Mientras guaraná mi ropa en el bolso noté como alguien me abrazaba por detrás. Sonreí al instante al notar sus besos en mi hombro. Me giré a mirarle y él me repasó todo el cuerpo de una mirada.

—Cada día me gustas más, Jess —suspiró—. Me dan ganas de quedarme en esta habitación contigo todo el día.

—Si, pero no podemos hacer eso, yo quiero bañarme en la piscina.

Pablo agarró mi cuello con una mano sin hacerme daño y junto nuestros labios en un beso más brusco de lo normal. A veces le daban esos arrebatos y me encantaban. Incluso me dejaban con ganas de más luego.