fragmento erótico de la Jinetera

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La Negra con sus manos apretó la cabeza del muchacho para que el balanceo de su esponja penetrara más hondo. Él la comía por dentro. Quería poseer cada sabor de esa mujer, y que se impregnara en su paladar. José Luis, salió de la cueva, y dejó que su mástil erguido entrara, suave, lentamente, esperando que ella notara esa hombría que estaba esperando. Lola se estremeció al notarla dentro, abrió más sus piernas para que aquella espada se moviera con cariño. Le agarró la espalda y dejó que sus cuerpos desnudos se unieran. Las pieles se convirtieron en una sola, las gotas de sudor se impregnaron deslizándose en cada poro.
El vaivén de su fusta iba creciendo, los jadeos de ambos se palpaban en el aire, Lola cambió de postura y ahora ella dominaba, sus movimientos eran más rápidos, más contundentes, la cama chirriaba con el agitar de sus cuerpos y los muelles cantaban al son de ellos, hasta que un alarido de La Negra hizo estallar a los dos seres en un éxtasis cayendo exhaustos en el tálamo del dueño del cortijo.

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