Fragmento de La Jinetera

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Sus pechos encumbrados se quedaron al aire libre moviéndose cual maracas debido a su juventud. José Luis dejó caer una leve baba por la comisura de la boca, que rápidamente se limpió para no mostrar sus ansias por comerse esos manjares isleños, dulces como el néctar de una flor salvaje. Esperó hasta que Lola se acercara lo suficiente hasta él para hacerla suya y demostrar lo que un hombre español era capaz de hacer. Al acercarse hasta él, vio como sus brazos la agarraban de su cintura y apretó su rostro en su esponjoso y joven estómago, sacó la lengua y la dejó entrar en su perfecto ombligo circular y profundo. Sus manos apretaban cada vez más su cintura. José Luis tenía fuego en su boca, y poco a poco se fue trasladando a sus jugosos senos de oscura aureola, los succionó para averiguar si esa joven mantis religiosa extraía ese jugo caribeño del placer. Ella levantó su cabeza, notando como un cosquilleo le recorría el cuerpo, abrió su boca y mantuvo los ojos cerrados, mientras imaginaba un oasis, donde solo estuvieran ellos dos.

Anna Colled

La Jinetera Where stories live. Discover now