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Los rayos del sol iluminaban delicadamente su rostro, el aroma de las flores que la rodeaban era exquisito y el sonido de los pájaros la mantenía en un trance, con sus ojos cerrados disfrutaba de aquel hermoso jardín de tantos colores y aromas. Todo se sentía tan tranquilo, la paz inundaba su alma, era como un sueño...

—Mina —una voz la llamó, a la vez que una mano sacudía su hombro.

Abrió los ojos, sorprendida. Era, en efecto, un sueño. Ahí estaba, sentada en aquella silla incómoda de la sala de descanso del hospital.

—¿Cuánto dormí? —preguntó, mientras se frotaba los ojos y se reincorporaba, acomodándose en la silla.

—Como seis minutos —respondió su compañera.

—Gracias —se levantó, aun medio adormilada y sacudió su cabeza—. Bien —murmuró para si misma, dándose ánimos—. ¡Iré enseguida! —exclamó.

Tomó un vaso y lo puso justo debajo del dispensador de café, presionó el botón y esperó ansiosa a que el vaso se llenara con el líquido.

—¡Oye! —entrando a la sala venía la doctora Yoo Jeongyeon, su mentora— ¿Qué haces aquí todavía? —la miró extrañada— ¿Cuántas hora llevas?

—Eh... —miró hacia arriba, tratando de recordar cuántas horas llevaba trabajando en aquel hospital— ¿Veintitrés? —era más una pregunta que una afirmación, la verdad ni ella sabía cuánto tiempo llevaba ahí.

—¡¿Veintitrés?! —frunció el ceño— Hora de irse, Mina.

Recogió su vaso de café.

—Si me voy no conseguiré el puesto de titular —pasó por el costado de la doctora Yoo, lista para seguir con su labor.

Llevaba meses luchando por ese puesto, no podía rendirse justo al final.

—¿Lee? —caminaba por el pasillo junto a una de las enfermeras, mientras leía los informes de los pacientes pendientes— Necesita aprender a vendar sus puntos, pero después de eso puedes darla de alta —le entregó la carpeta— No, no, no —negó mientras leía el siguiente—. Kim necesita un electro, tiene los tobillos inflamados —le entregó la otra carpeta.

—Bien.

—Gracias.

¿A dónde debía ir ahora? No importa, donde fuera habría algo que hacer.

—¡Oh, Hola! —el doctor Song Yejun, su rival, el otro médico que estaba compitiendo por ese puesto permanente, iba saliendo de una sala y la interceptó— Me ocupé de trauma dos mientras dormías.

—No estaba durmiendo, estaba...

—De nada— se marchó con una expresión que hacía a Mina querer darle un golpe en la cara.

—La esperan en la cinco y ocho — otro enfermero que se acercaba a entregarle más carpetas con informes.

No tenía tiempo ni para enfadarse tranquila. Suspiró cansada y resignada.

Sala cinco, comenzó a leer el informe mientras caminaba. Se supone que debía haber una enfermera a su lado.

—¿Jennie? —preguntó al aire— ¿Han visto a Jennie? —miró a todos lados, buscando a la chica.

—¡Perdón! —escuchó detrás de ella— Perdón, aquí estoy —venía amarrándose el cabello.

Mina miró un segundo hacia atrás para ver a la chica y siguió caminando hasta llegar junto a la camilla donde estaba recostado un hombre anciano.

—Hola, señor Kang —saludó amablemente—. Soy la doctora Myoui— volteó a mirar a Jennie— Necesitamos un análisis de sangre, orina y electrolitos —dijo bajando un poco la voz.

Como el cielo (adaptación Michaeng)Where stories live. Discover now