|Capítulo 38: Nuevo mundo, parte I|

Comenzar desde el principio
                                    

Más allá, se localizaba Zaothir desplomado en el suelo, también inconsciente.

Virav se sintió invadido por una extraña mezcla de emociones: sorpresa, preocupación, pero también una suerte de empatía inesperada hacia el hombre de cabellos blanquecinos. Por alguna extraña razón, cuyas respuestas parecían no existir, sentía que necesitaba comprobar si continuaba con vida.

Sentía cómo el aire comenzaba a faltarle una vez más... ¿Qué ocurrió con exactitud? ¿Qué debían hacer ahora?

—¿Qué piensas hacer? Debemos irnos —sugirió Nath, colocándole una mano en el hombro a Virav, deteniéndolo—. Por los ancestros, ni se te ocurra velar por el enemigo. ¡Vámonos de aquí!

Nath y Vine'et lo habían exhortado a continuar, conscientes de la peligrosidad de quedarse en ese lugar, pero Virav se sentía arrastrado por un sentimiento de responsabilidad, una inquietud moral que no podía ignorar.

Se encontraba en una encrucijada emocional.

Sus pasos lo alejaban gradualmente de la escena, pero su mente y su corazón se encontraban atrapados en un conflicto interno. La lógica y sus colegas le decían que lo mejor era seguir adelante, dejar atrás a Pouri y a Zaothir. No obstante, algo dentro de él lo impulsaba a detenerse, a mirar atrás, a asegurarse de que ambos adversos estuvieran con vida aún.

Si bien lo correcto era dejarlos allí, muertos o no, la pregunta persistía en su mente: ¿Por qué le importaba el destino del Guerrero Oscuro después de todo lo que habían atravesado? ¿Era la sorpresa de la situación? ¿Una especie de compasión inesperada? ¿O acaso había algo más profundo, una conexión entre ellos que Virav no había reconocido por completo?

Sentía un miedo irracional de tan sólo pensar en que el Guerrero Oscuro hubiera muerto, pero ¿por qué? ¿Acaso perdió la razón?

No.

Un sentimiento punzó en su pecho.

No podía dejarlos en este estado.

Virav se zafó del agarre de Vine'et de un ágil movimiento. Corrió de regreso hacia los dos Aisures que aún permanecían inconscientes en el suelo.

—¡Virav, detente!

—¡No vuelvas allí!

Los gritos de Nath y Vine'et quedaban atrás, como un eco distante, mientras el joven se inclinaba sobre los dos nativos inconscientes. No podía evitar cuestionarse por qué se sentía tan compelido a verificar que estuvieran vivos. Después de todo, eran los enemigos. Habían causado dolor y destrucción en su tierra. Pero en medio de esa dualidad emocional, Virav no podía ignorar lo que su alma clamaba desde lo más profundo de él.

Sus manos temblaron con ligereza, palpando los pechos de Pouri y Zaothir, uno tras otro, sintiendo el latido de sus corazones. El alivio que sintió al comprobar sus signos vitales fue como una ola que lo inundó por completo.

Pero la pregunta sobre el porqué seguía resonando en su mente.

—¡¿Estás demente?! —exclamó Nath, sujetándolo de un brazo—. ¡¿Perdiste la cabeza?!

Virav estaba inmerso en sus pensamientos, incapaz de enfrentar las miradas acusadoras y los regaños que le llovían por su acción impulsiva. Nath y Vine'et expresaron su frustración y preocupación de manera audaz, incluso cuando se hallaban en lo profundo de los refugios sellados. Sin embargo, Virav optó por guardar silencio, abstrayéndose de las palabras que lo rodeaban y las inquietudes ajenas.

Sus motivaciones eran una incógnita, incluso para sí mismo. Razón por la que no sabía cómo explicarlas sin parecer desquiciado. Había sentido una conexión, una familiaridad en la presencia del Guerrero Oscuro, algo que trascendía las apariencias y la reputación siniestra que lo rodeaba.

|Una memoria perdida|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora