|Capítulo 30: Propuesta|

Comenzar desde el principio
                                    

Los soldados la guiaron a través de una sucesión de salas decoradas con elegancia, hasta la corte. Las ornamentadas compuertas de fael'shara se abrieron de par en par, revelando un amplio espacio lleno de cortesanos, nobles y consejeros que esperaban su audiencia con el rey.

Aleury caminó con el mentón en alto. Por consiguiente, los guardias pidieron a los presentes que abandonaran el lugar.

Todos acataron con total disposición.

Ki ora. Es un honor contar con su visita, Emperatriz de Oge —saludó el anciano al detenerse frente a ella.

Ki ora, rey Tsarki —respondió la Emperatriz, inclinándose en una reverencia respetuosa, a la par, alzaba un poco la falda de su vestido—. Es un placer poder verlo; estoy agradecida de que me haya recibido en su Nación. Lamento mi prisa al presentarme.

—Siempre es agradable recibir visitas, aunque en su carta no especificó las razones —recordó mientras se rascaba su escasa y blanca barba—. ¿Qué le parece si tomamos una infusión de hierbas mientras me lo explica?

—Sería un placer, Majestad —asintió Aleury con una amplia sonrisa y realizando otra venía, esta vez más ligera.

—Tan protocolar como Dharani —comentó el anciano mientras se dirigía hacia la salida de la corte—. Me complace ver que el refinamiento continúa en la casta Cedyr. ¿Qué extracto le gustaría?

—Me encantaría un altharé.

Aleury siguió los pasos contrarios, manteniéndose al lado del hombre mientras caminaban con la cabeza en alto y la espalda erguida.

—Sabia elección —musitó Sadhvi, sin detenerse—. Tiene propiedades relajantes y su sabor se destaca por las especias. Me sorprende que, siendo tan joven, no prefiera algo más fuerte o dulce, como el xyndrion o el zephyríon.

—Prefiero no consumir licor durante mi estancia —aclaró la soberana con cortesía.

El rey Tsarki asintió despacio y continuaron su camino hacia una sala de estar exclusiva en los recovecos del palacio. Mientras avanzaban, Aleury no podía evitar desviar la mirada hacia las grandes pinturas que adornaban los alrededores. Cada cuadro representaba a las distintas familias reales que habitaron allí a lo largo de las épocas.

La lentitud de sus pasos le permitía observar con detenimiento algunos nombres que destacaban en aquel vasto linaje. No obstante, su atención se vio interrumpida cuando sus ojos se posaron en un retrato que parecía no corresponder a un miembro de la casta Tsarki: largos cabellos y pestañas albas y ojos penetrantes ojos violáceos.

—Por aquí, Alteza —anunció Sadhvi, sacándola de la contemplación.

Aleury se fijó en el monarca, que extendía la mano para indicarle que ella debía entrar primero cuando abrió la puerta.

Una vez dentro de la sala, sus luceros se encontraron con los tapices exquisitamente tejidos que adornaban las paredes. Los muebles, seleccionados con esmero, complementaban la belleza del lugar. Sofisticados y cómodos, invitaban a los visitantes a tomar asiento y disfrutar de la hospitalidad del rey. La atención a los detalles en la decoración era evidente, mostrando el prestigio y la distinción del reino de Argia.

Sadhvi se dirigió a un mueble en el rincón de la habitación y abrió un cofre tallado con intrincados diseños.

Al abrirlo, reveló una cuidada selección de hierbas secas y fragantes.

Con destreza, sacó un pequeño frasco de crisma lleno de hojas secas de altharé y las dispuso en una bandeja de plata. Asimismo, seleccionó las raíces y especias adecuadas y las depositó en una vasija decorada con finura. Entonces, cuando vertió agua caliente sobre las tazas, esta liberó los delicados sabores y fragancias de la infusión.

|Una memoria perdida|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora