|Capítulo 23: Investigación|

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—Gracias por tu apoyo —manifestó—. Esto será útil para la investigación de Virav y del Consejo.

El oficial se acomodó en el agradable sofá individual, mostrando una expresión intrigada al escucharlo. Cruzó los brazos sobre el pecho y arqueó una ceja, denotando su escepticismo ante el tema que parecía seguir atormentando a su contemporáneo.

—Pensé que el Consejo había dejado atrás ese asunto después de tantos ciclos. Además, Virav regresó a Kihoi y está llevando una vida normal sin contratiempos —dijo Dhaval con calma—. Durante su tiempo en la unidad Veintidós-dos, no hubo nada inusual ni sospechoso. No había señales de espionaje, aún menos de persecución. Por si eso no te parece suficiente, Virav se mantuvo frente a la línea de contención, atendiendo y salvando a los soldados heridos. No me parece que haya motivos para preocuparse.

Enseguida, Drishti se sentó en el brazo del sofá, junto a su amigo.

—Es más complejo —advirtió—. Necesito tu ayuda en algo más. ¿Recuerdas las investigaciones que realizaste sobre el Árbol de la Oscuridad? ¿Todavía las conservas? ¿Podrías facilitármelas?

El oficial Adlas contrajo el entrecejo al recordar ese odioso proyecto de épocas remotas.

—Esa investigación fue discontinuada hace mucho. No creo que te sea de utilidad —recordó con un deje de molestia, entornando los ojos—. De cualquier manera, puedes acceder a mis archivos y tomar lo que necesites si crees que será de ayuda. Aunque dudo que lo sea.

—Llegaste muy lejos, Dhav. Más de lo que nadie ha sido capaz —aseveró Drishti con rapidez.

Dhaval frunció el ceño.

El hecho de que estuvo a punto de infiltrarse entre los altos mandos de esa organización, no era alentador. Hasta el sol de esa jornada, no le había revelado la verdadera naturaleza de sus acciones a su colega.

—¡Era joven e impulsivo, Drish! —exclamó con fervor. Luego, se serenó y continuó—: Fue un error grave intentarlo en primer lugar, me alegra no haber ido más allá. ¡Estuve a punto de perderlo todo!

—Pero sigues aquí. Te acercaste más a ellos de lo que cualquier otro investigador ha logrado. Incluso más de lo que yo mismo he sido capaz —insistió el Jefe de Investigaciones, tranquilo—. Ayúdame.

—Drish, me suspendieron por infringir las leyes supremas y aún estoy pagando el precio de mi imprudencia —masculló. Masajeó el tabique de su nariz con suavidad—. Sabes muy bien que el Consejo desestimó mi investigación por eso. No puedo hacer más. Hice todo lo que estuvo a mi alcance por ti. Observé al grupo durante todo su año de servicio obligatorio, pero ya no tengo autoridad para intervenir más.

»Además, sabes que ni siquiera te permitirán contratar a un legionario para que se infiltre en su nombre —advirtió con severidad—. No juegues con fuego y provoques que desestimen también la investigación de Virav Tsarki.

»Estás poniendo en riesgo todo tu esfuerzo.

—Estaré encantado de quemarme si eso me da respuestas —susurró Drishti, observando a su colega hacer una mueca. Acto seguido, centró su atención en el informe para leerlo—. Un momento, ¿por qué no puedes determinar que fue Virav quien ayudó a sanar el Ha inestable de los soldados que fueron dados de alta? —riñó, fijándose en su mayor—. Necesito datos más específicos, Dhav.

»No puedo apoyarme en estas bases, no son consistentes.

El oficial Adlas expelió un vaho de aliento.

—Hice lo que pude —recalcó—, pero el proceso de sanación del Ha es complejo y no siempre se puede rastrear con exactitud. Los testimonios de los soldados fueron vagos, en ese sentido —explicó, frunciendo el ceño—. Sin embargo, algo notable ocurrió cuando Virav interactuaba con ellos. Aroha Arshad, Kurenka Kieran y Alraksh Narak estaban cerca de él en esos resquicios, los soldados afirmaron que se sentían mejor cuando Virav los tomaba por los brazos o las piernas para transportarlos.

|Una memoria perdida|Where stories live. Discover now