|Capítulo 8: Torneo Anual de Kaha|

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Su mirada obsidiana se elevó al despejado éter, analizando la posición del sol. Acto seguido, se levantó.

—Debo volver, el general Ekram no es indulgente con la impuntualidad —comunicó.

—Te acompaño. —Nath también se colocó de pie, mostrando los dientes—. Dos miembros del Consejo me esperan en la entrada principal del este.

Sneith no mostró resistencia ni indagó al respecto. Sabía que, tras la deserción de Sjera, era necesario designar un regente temporal antes de establecer una propuesta sólida para el Nombramiento Oficial.

Cruzaron los desolados senderos de Satoh, entre campos devastados y el eco de pasos sobre hojas secas.

El aire olía a tierra húmeda.

Al encontrarse con los jueces superiores, intercambiaron saludos antes de que el joven se adentrara más allá de los peñascos y las ramas entrelazadas de los árboles de éterlace. Nath observó su partida y luego se volvió hacia los jueces: Sujan Kieran y Heim Karh.

—Gracias por reunirte con nosotros, joven Sakti —dijo el juez Sujan Kieran, manteniendo su postura erguida—. El motivo de convocarte aquí es que el Consejo ha analizado la situación de Satoh, así como la tuya, en conjunto con numerosos lugareños. Hemos decidido, por unanimidad, que te conviertas en el próximo Leier oficial de Kaha.

Los rasgados y oscuros luceros del joven Sakti se iluminaron.

Era un honor inmenso, pero también una responsabilidad abrumadora. Ningún originario de Kaha aspiraba a sostener la batuta del liderazgo de sus propias tierras, él no era la excepción. Aún más con la reputación poco favorable debido al legado de su padre tras su deserción. Si bien no podía negar que, gracias a su trabajo junto a Sjera, muchos lo consideraban capacitado para asumir tal responsabilidad.

 Si bien no podía negar que, gracias a su trabajo junto a Sjera, muchos lo consideraban capacitado para asumir tal responsabilidad

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Región Vikeesh, tierras de Kihoi.

En el cuarto amanecer de Goma, los Leiers y sus consejeros viajaban a Kaha en las cabinas exclusivas de la maquinaria especial.

Al arribar en el destino, los soldados los recibían y los guiaban al Campo de Batalla.

Los combatientes esperaban en una sala apartada, donde les aplicaron un sello de restricción. Consistía en un rombo con una «X» en su interior, todo dentro de un círculo que se activaba con el Ha del portador. Era temporal, el Sellador les informó que sería borrado en el último día del Torneo Anual. Por el otro lado, los Leiers y sus consejeros, cinco jueces superiores y la Emperatriz de Oge, acompañada de la Guardián del Tiempo, fueron llevados a un palco especial en un piso superior.

Pronto, una estruendosa campanada anunció el inicio del evento.

Los mandatarios se ubicaron en sus respectivos sillones y destinaron su atención hacia Nath, que se encaminó hasta el centro del Campo de Batalla. Vestía nada más que un pantalón holgado con el emblema de sus tierras bordado a un costado, dejando su pecho al descubierto. Su mirada era firme y decidida, mas su cuerpo emanaba una energía vigorosa que parecía estremecer el mismo aire.

|Una memoria perdida|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora